Gente rica

VOLTAJE ·

En la vida de George Wein sucedió algo determinante: se hizo amigo de gente rica

Hoy ha muerto George Wein. Pasando por alto que toda muerte supone un hecho lamentable, puede que el nombre no les suene de nada, pero ... George Wein fue promotor de jazz y pionero en los festivales de música al aire libre; la idea no puede patentarse, del mismo modo que no puede registrarse tomar el sol, pero su mentalidad propulsó un montón de conciertos de jazz que ya forman parte de la historia de ese género. Wein, que cambió nuestra manera de divertirnos, murió a la respetable edad de 95 años. Ya se sabe que a partir de los ochenta años uno se puede morir cualquier día sin que a nadie le sorprenda, pero cada año pesa más, es un grado más de tragedia y de añoranza.

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George Wein fundó el mítico festival Newport, que llevaba a Nueva York a las grandes figuras del género en una época gloriosa en la que todo parecía que se estaba haciendo por primera vez. Eran los cincuenta. Al festival iba de Ella Fitzgerald para arriba. El Newport era una cápsula de bienestar, el feliz punto de encuentro de mucha gente de diferentes culturas en una época en la que existía la segregación racial, y el jazz era una música de negros.

George Wein era blanco, y en su vida sucedió algo determinante: se hizo amigo de gente rica. Conocer a gente rica es importante porque a veces, cuando los ricos se aburren, ofrecen la posibilidad de hacer que se cumplan tus sueños, y de abrir nuevas líneas de negocio. Para que inviertan en ti, a los ricos hay que recordarles siempre todo lo bueno que han hecho los millonarios por la cultura. Y que viva el mecenazgo. Rodeándose de gente adinerada, uno espera que la riqueza sea contagiosa, como la fama, por eso hay famosos que se saludan entre sí, aunque no se hayan visto antes, reconociéndose.

El entretenimiento es vital, es decisivo lo que hacemos con nuestro tiempo libre. Hay gente que pierde conciencia de las cosas. Ahora mismo, por ejemplo, estoy escribiendo esta columna en un bar en el que cada x minutos suenan anuncios de Spotify. Creo que hay un desprecio muy profundo hacia todo lo que nos hace humanos en el hecho de que el propietario de este local no tenga 10 euros al mes para la suscripción y aportar algo, aunque sea en proporciones ínfimas, al reconocimiento de los derechos de autor, a la sostenibilidad de la cultura creativa, al respeto más mínimo por los músicos que han interpretado estas canciones en unas condiciones quizá lamentables, quizá óptimas, pero en cualquier caso logrando un éxito admirable, para tu deleite. Hay que ser muy cazurro para tener un bar, usar Spotify y no pagarlo. A George Wein le habría parecido fatal.

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