El fuego constitucional
El irrefrenable deseo de que arda Troya si la gobierna tu adversario es realmente una actitud que raya en lo execrable. Ahora que tantos se ... permiten analizar a fulano y mengano por si han cometido delitos de odio, convendría saber qué pasa con los que quieren el mal general ajeno siempre que el señalado culpable resulte ser -o parecerlo- el otro. Entre la multitud de problemas que podemos tener, esto de «el que quiera recursos que los pida» y «no activo ni activaré» un grado de emergencia tal que me pueda situar frente a la responsabilidad primera, nos empieza a definir. Se hace cansino criticar a Óscar Puente, y no hace falta. Sus comentarios por el antiguo Twitter como «la cosa está calentita...», son para avisar de los incendios y denunciar no se sabe qué actitudes de los demás por no ir personalmente a apagar los fuegos. Lo cierto es que esta extraña forma de estado que, según algunos dicen, las comunidades gobiernan cada una por su cuenta y «el Gobierno ya verá...». O sea, que los ministros nada tienen que ver, salvo su opinión crítica en los medios, convenientemente desplegada y que no falte.
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Tomarnos todos a España en serio pasa por elaborar sin pérdida de tiempo y sin ceremonias ni brindis al sol, un plan estratégico contra el fuego. Un plan nacional, las llamas ignoran dónde empieza la comunidad de al lado, o la otra. Optimizar los esfuerzos, ponerlos en común, compartir las inversiones, presupuestar los recursos económicos y humanos, disponer los instrumentos materiales, planificar la inversión en ellos... El compromiso y el objetivo ha de ser la dotación y la fortaleza para afrontar estos desastres y neutralizarlos con la mayor brevedad y eficacia posible. No bromeemos, si queda claro que la inmensa mayoría de los incendios son provocados, no sigamos buscando causas ideológicas acientíficas, detengamos a los incendiarios. Analicemos las situaciones y los sujetos y veamos si la investigación y las penas previstas son las adecuadas y son suficientes. La verdad es que estas indicaciones son de Perogrullo, compartir esfuerzos y recursos... Pero parece que son tiempos de volver a aclarar lo más elemental. No existe 'la cogobernanza', ya vale, la Constitución define y describe muy bien el «Estado social y democrático de derecho», la «nación española y el estado de las autonomías y sus competencias», el papel del Gobierno y la virtualidad del Estado y sus instituciones. Opinemos, critiquemos, sí, pero esto de sentarse esperando ver caer al contrario intentando explicar torpemente que «conmigo no va»... No sólo es intrínsecamente falso, sino también miserable e interesado, todas las administraciones están implicadas y compelidas. Mientras hay fuego no hay tiempo ni oportunidad de vacaciones, que lo primero es salvaguardar el país -España-.
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