El miércoles por la noche comenzó a nevar ceniza en Estepona y en la calle ya olía a quemado. El cielo empezaba a ponerse de ... un color rojizo y desde lo alto veíamos el monte ardiendo muy cerca, con unas llamas enormes como lenguas hacia el cielo. Entonces no sospechábamos que, seis días después, ese incendio hubiera alcanzado tanto territorio quemado en Sierra Bermeja, paraje único, con tantas cosechas y animales, y con un bombero que ha dado su vida por el monte.
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Todos los especialistas señalaban desde el principio que la potencia de este incendio era inusitada; un fuego capaz de alterar la meteorología de la zona y provocar que del cielo ya no caiga ceniza, sino fuego. La orografía de la zona o la sequía contribuyen a que sea muy difícil apaciguarlo y de que haya sido capaz de duplicar su extensión en pocas horas, convirtiéndose en una trampa para los efectivos que tratan de apagarlo por vía terrestre.
En este momento en el que se está luchando contra el fuego, la batalla política es una frivolidad innecesaria: hay cerca de 1.000 efectivos jugándose la vida en las tareas de extinción, con cientos de vecinos que todavía no pueden dormir en sus casas y otros miles que ni siquiera pueden dormir en ninguna parte por miedo a un fuego que sigue activo. Desde el Infoca han explicado que la situación es extremadamente complicada y que de poco habría servido tener más agentes en la zona, ya que en algunos momentos no se podía actuar por temor a perder más vidas. Insinuar que hay motivaciones partidistas en la gestión de esta catástrofe implica dudar de la profesionalidad de los bomberos y de la misma humanidad de los políticos que en una coordinación evidente tratan de poner los medios necesarios para que esto termine, que es lo que queremos todos.
Más adelante, espero que pronto, cuando este maldito incendio haya llegado a su fin, habrá tiempo de analizar lo ocurrido y tomar nota para el futuro. De cuidar mejor nuestros montes y las zonas más vulnerables. En el campo se dice que los incendios se apagan en invierno, porque es entonces cuando se pueden tomar medidas y prepararlos ante la eventual llegada de un tarado o de cualquier malísima persona que tenga intención de provocar tanto dolor y tanta muerte. También habrá tiempo de ir a por los culpables y que les caiga todo el peso de la ley. Mientras tanto, los que no somos especialistas en incendios, les debemos respeto y agradecimiento a todos los que están luchando en el terreno.
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