Frente al postureo cultural
Dicen que no se leen libros ni se escucha música clásica, pero esta misma semana la cola de lectores daba la vuelta al cine Albéniz ... para que Javier Castillo les firmara un ejemplar de su última novela y el violinista André Rieu anunció una segunda fecha en el Martín Carpena con un repertorio que salta del vals a 'La Macarena'. Habrá quien diga que eso no es alta cultura y quien les reste valor colocándoles la horrible etiqueta de comercial. No sé bien en base a qué se presupone que aquello que gusta a muchos es necesariamente menos importante y de menor calidad. Resulta que solo unos pocos elegidos tienen la capacidad disfrutar de lo realmente bueno... O eso nos quieren hacer creer.
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El postureo cultural es el peor de los postueros. Aquí no se presume de destino paradisiaco o de cuerpazo, aquí la superioridad es intelectual e incluso moral. Yo soy mejor que tú porque leo a ese autor de nombre impronunciable que disecciona a la sociedad actual subyugada por el capitalismo feroz y porque en casa solo escucho a Wagner y Shostakóvich. Quienes así piensan deberían haber estado este miércoles en la presentación de Javier Castillo. Seguro que les habría sorprendido el público tan variopinto que llenaba la sala, con mujeres y hombres de todas las edades y perfiles. Y se quedarían boquiabiertos con lo que decían. Una chica que se confesó ávida lectora de todos los géneros agradeció a Castillo que le abriera la puerta del 'thriller'. Muchos habían devorado el nuevo libro en cuestión de días, otros lo habían pedido como regalo de Santo y cumpleaños a sus familiares. Le preguntaban por su técnica de escritura, su inspiración, sus proyectos... Más de 300 personas escuchando y hablando sobre literatura.
Y en esto la persona que hay detrás tiene mucho que ver. Javier Castillo no es un autor que escribe desde su atalaya solitaria e inaccesible. Es un tipo cercano que, aunque consciente de su éxito, no oculta sus inseguridades y se emociona hasta la lágrima al dirigirse a su madre, que le mira orgullosa desde la primera fila. No es una foto fija en una solapa de un libro, es un ser humano al que sus lectores conocen, siguen y sienten. El malagueño quiso entrar al evento por la puerta principal tras recorrer y saludar a todos los que esperaban en la cola, algunos desde primera hora de la mañana. Más de cuatro horas estuvo firmando ejemplares, haciéndose fotos y charlando con los que fueron a verle. Y eso sí que es llevar alto (y lejos) la cultura.
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