Feliz Navidad
Ya asoman por los cerros de Caracas las figuras de los Reyes Magos. Vienen de Oriente siguiendo una ruta peculiar. Sacados del tiempo y del ... espacio por obra del milagrero Maduro. No son de extrañar las potencias sobrenaturales del antiguo autobusero. Ya se le apareció el comandante Hugo Chávez en forma de pajarito. Un Espíritu Santo en versión caribeña que vino a darle la bendición como faro de la nación bolivariana y a otorgarle el uso legítimo del chándal presidencial. De modo que no hay que asombrarse de que ahora Maduro -dueño de un nombre tan navideño como Nicolás- anticipe la Navidad en su país.
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Chistes harán, pero el milagro está hecho. No es maniobra de distracción como dicen algunas lenguas afiladas de la colonialista Europa. Y menos aún tiene que ver con el hecho de que en tan santas fiestas tradicionalmente se repartan en Venezuela bolsas de alimentos entre los más necesitados. Nada de taparles la boca a los descontentos con unas mollas de pan. Es que Maduro tiene un afán coperniquiano y gusta de mover los hilos del universo mucho más allá de las teorías de Einstein. Lo del gran Nicolás es la física cuántica. Ese enigma que nos dice que nada es lo que parece sino todo lo contrario. Política cuántica.
Fe de todo esto puede dar Juan Carlos Monedero, quien sostuvo una fervorosa conversación televisada con Maduro. Cómo no sería el deslumbramiento, que Monedero, campechano por ideología, le hablaba a Maduro de usted y con reverencias monárquicas, como si Maduro fuese mismamente uno de los reyes magos de Oriente trayendo la Libertad, la Paz y la Justicia al mundo. El oro, incienso y mirra revolucionarios, el fin de los afligidos y la peste bubónica contra los pordioseros y avarientos europeos, representantes de una democracia filonazi. Monedero, haciendo de paje real, dejó clara la intención fascista de la Unión Europea al pedir que se hagan públicas las actas electorales. Qué afán inquisitorial, qué asco de andar con minucias cuando lo que está en juego es la dignidad del señor presidente, tan admiradísimo por Monedero, apóstol, paje -e incluso bufón si la causa lo requiere- de don Nicolás. Navidad en octubre. Y agosto en junio, o cuando mejor convenga. Maduro lo hace por el pueblo, por darle un paseo por el túnel del tiempo. Ese que nos lleva a la edad media y al despotismo sin ilustrar. Que vayan afinando las zambombas, la Nochebuena está al caer. Los villancicos apagarán el griterío desafinado de la oposición y el rumor oscuro de las cárceles. Llegan las fiestas más entrañables y ya surca el cielo el trineo de renos conducido por el mudo y jovial Rodríguez Zapatero. Jo-jo-jó.
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