Sr. García .

Felices sueños

Cruce de vías ·

A veces sería reconfortante empezar cada año de la nada, renacer, pero esas fantasías no se cumplen en la vida real

Ha pasado la Navidad sin darme cuenta. No es porque el tiempo vuela y dos días transcurren fugaces sino porque ayer por la tarde descubrí ... que era día 25 y que no había celebrado la Navidad ni tampoco la Nochebuena. En el fondo, me alegré del despiste. No vivo pendiente del día en que estoy. Tampoco miro demasiado los correos y el teléfono móvil se aburre de esperar en silencio en un rincón de la casa hasta quedarse sin batería. Quizá mi olvido haya sido inconscientemente provocado. Por cierto, ahora caigo en que el próximo jueves despedimos el 2020, un año que me gustaría también olvidar como si fuera un mal sueño. A veces sería reconfortante empezar cada año de la nada, renacer, pero estas fantasías no se cumplen en la vida real. Al contrario, las experiencias se acumulan y crean una carga difícil de arrastrar.

Publicidad

Cuando se acerca el fin de año la mayoría de la gente hace proyectos y plantea cambios en su vida cotidiana. Yo me he adelantado varios meses, o quizá años, fue cuando decidí que el presente inmediato es lo único importante. Desde entonces no tengo proyectos de futuro. Esto implica no hacer planes a largo plazo como escribir una novela o planear un viaje. Me vuelco en el día de hoy, simplemente, el mañana no existe. No vayan a creer que estoy en la inopia, al contrario. La Tierra da vueltas y nada se repite, la magia es el poder que convierte todas las cosas en algo nuevo. «Ser, nada más. Y basta, es la única dicha», escribió Jorge Guillén.

No sé por qué viene a la memoria una anécdota que me sucedió en México hace catorce años y ahora leo en el cuaderno de viaje:

Abandono la cabaña donde he pasado una semana frente al Pacífico. Nunca olvidaré las cenas bajo la única bombilla que se divisaba en la extensa playa. Un desconocido se presta a acompañarme hasta el embarcadero de Chacana a través del frondoso camino que circunda la laguna. De pronto, exclama: «¡Me pasé!, íbamos platicando y se me fue el lugar». Una mariposa de alas amarillas vuela a nuestro lado. Al fin llegamos al embarcadero. Unas niñas dicen que la barca acaba de irse y tardará en volver. Pedro me mira sonriente y pregunta: «¿Usted cree en los milagros?». Le respondo que sí. «Usted me recuerda a una persona que yo admiro mucho, una persona muy buena, una maravillosa persona. La persona más importante de mi vida. Y usted es igualito a él». En ese instante la mariposa revolotea sobre nuestras cabezas. «¿Ve esta mariposa? Pues espero que Dios le acompañé en su viaje como ella nos ha ido acompañando en el camino».

Hoy, 26 de diciembre de 2020, contemplo la vida como un paseo entre la memoria y el azar.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad