Tremenda devaluación de la vida. Miseria en los puestos de trabajo. Estoy rodeado de gente joven con unos salarios miserables, que no podrían sobrevivir sin ... la ayuda de sus padres. En muy poco tiempo, en España ser mileurista ha pasado de ser una fuente de dolor social a convertirse en un privilegio. Un desempleado en Inglaterra vive mejor que un repartidor español. No sé si alivia saber que estamos ante un problema global. El otro día me recordaron unas palabras del presidente de los Estados Unidos ante una cuestión referida a la dificultad de los empresarios de encontrar trabajadores desde el inicio de la pandemia: «Pay them more», dijo Biden. Pagadles más, un imperativo que también se debería aplicar aquí porque es lo que hay que pensar cuando a uno le mandan ofertas de trabajo con unos sueldos de verdad decadentes. Se buscan camareros a los que se paga 500 euros al mes por jornadas de doce horas, seis días a la semana (¿eso es legal?). Esta precariedad no es exclusiva de la hostelería, también se produce en otros sectores desde la cultura a la sanidad, en el ámbito privado, pero también en lo público. Hay sueldos indignos en casi todas las profesiones del mundo, y es un problema endémico en nuestro país, como si la explotación laboral se hubiera instaurado con motivo de la crisis en los cimientos de la sociedad.
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El Gobierno ha aplazado hasta septiembre el debate sobre la subida del salario mínimo y muchos empresarios han respirado con alivio, y que lo mismo tienen razón cuando se quejan de que cuesta un dineral contratar a sus trabajadores, pero si una empresa no se puede permitir recompensar de una manera digna el tiempo y el esfuerzo de una persona, eso quiere decir que no debería hacerlo. De otro modo estaríamos condenando a la clase trabajadora a la filopobreza. Esto viene a que estoy escribiendo rodeado de gente joven recién salida de la Universidad, pequeños trabajadores que no podrían vivir sin la ayuda de sus padres, y cuyo futuro ahora mismo tiene bastante mala pinta. Luego les pediremos que no hagan botellón y que se queden en su casa las noches de verano. Hay generaciones enteras que ya han pasado dos crisis gordas y cuya recuperación no puede pasar por el empobrecimiento de la clase media o de sus aspirantes, me parece, que lo mismo estoy equivocado y lo que hay que hacer es pagar menos para que los empresarios se hagan más ricos y eso empuje a toda la sociedad, pero nada de eso me suena real. A mí, que ya empiezo a sospechar que se me vienen encima los cuarenta, la idea de recibir una pensión cuando me jubile ya me parece una historia de ciencia ficción. Qué lamentable pensar esto en pleno verano y con la playa rugiendo. Nos haremos ricos en septiembre.
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