ILUSTRACIÓN: MIKEL CASAL

ESCOHOTADO EN CHURRIANA

EL FOCO ·

La vida puede ser maravillosa porque una amiga te puede hacer el mejor regalo del mundo: conocer al filósofo y escuchar en una cena su risa

Domingo, 28 de noviembre 2021, 10:46

Apenas recuerdo regalos materiales pero no olvido los más importantes obsequios: personas que me presentaron amigos. A la escritora, periodista y gestora cultural Silvia Grijalba, ... que puso en marcha con mucho esfuerzo y creatividad la casa Brenan de Churriana, le debo uno de los más preciados: presentarme a Antonio Escohotado, fallecido hace una semana hoy. Olviden la emoción de una groupie que por fin conoce a uno de sus mitos. No, no fue eso. Aunque también. El regalo de conocer a Antonio Escohotado es mucho más, conocerle supone tener la dicha de admirar, de aprender, de darte la posibilidad de dejarse guiar por un ejemplo, por un carácter. Si caemos en el juego del mundo polarizado, están los que envidian y los que admiran. Para el conocimiento y la salud mental, conviene estar en el bando de los segundos.

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Admirables en su obra, pero también por su carácter libre. Obras que se deben a ese carácter, claro. Casi todos los días al entrar a trabajar me topo con una maravillosa cita de Ibn Gabirol, nuestro sabio malagueño judío del que este año celebramos su milenario: «El comienzo de la sabiduría es desearla». Y ahí está también Antonio y la condensación de la sabiduría clásica: Sapere Aude. Atreverse a saber. El penúltimo libro de Escohotado justamente es un homenaje a esos filósofos que marcaron el inicio de la civilización: Hitos del sentido, notas sobre la Grecia arcaica y clásica. En el prólogo nos deja pistas de cómo se ha tomado él la vida que se acabó aquí hace siete días: ese viaje gozoso al aprendizaje que implica deshacerse de prejuicios, encontrar placer en ver tambalearse las creencias preconcebidas. No puede intentar ser sabio quien es sectario y por eso en los últimos años de su vida Escohotado pasó a ser un referente para los liberales españoles, que le premiaron en uno de los cónclaves del Instituto Juan de Mariana, por compartir con ellos la visión de que el mundo es demasiado complejo como para tratar de mejorarlo con recetas simples cocinadas por la política.

En la divulgación de la obra de la Escuela de Salamanca fue fundamental Marjorie Grice Hutchinson, tan ligada a Churriana, doctora con tesis dirigida por el Nobel Hayek en la London School of Economics. Y fue en Churriana, en la casa de Brenan, donde Escohotado dio una de las charlas más interesantes que recuerdo en esta ciudad, inmerso ya en la divulgación de las bondades de la historia del comercio. Fue divertido observar cómo aquel salón de actos con vistas al delicioso jardín con alberca se llenaba de seguidores del Escohotado estudioso de las drogas, descolocados cuando se lanzó a alabar el progreso que habían traído a la humanidad las transacciones económicas. Si él se sometía de continuo a la abolición de sus prejuicios, ¿como no propiciar el mismo sano ejercicio a sus seguidores?

En los últimos años de su vida Escohotado pasó a ser un referente para los liberales españoles

Volvamos al carácter y a lo que nos enseñó con el suyo. Humildad, por ejemplo. Sabía que a las profundidades de la sabiduría sólo se acerca uno así, sólo sé que no se nada, y que la soberbia puede ser una pose interesante para los que necesiten revestir de autoridad sus argumentos, pero no era su estilo, porque los grandes saben que siempre hay algo que aprender de las personas más insospechadas. Por eso tantos más jóvenes que él le agradecemos su conversación amable, su curiosidad por saber qué pensábamos los que aparentemente no teníamos mucho que ofrecerle, de ahí el delicioso regalo que nos ha dejado en los últimos meses de vida: el libro de diálogos en Ibiza con Ricardo F. Colmenero, que se acercó a él para una entrevista de una hora y acabó yendo días y días a jugar con Escohotado al ajedrez, a escucharle y, también, a ser cuestionado por el filósofo.

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La cordialidad, su risa y su exquisita educación. No hay nada que no se pueda debatir ni nadie con quien no poder hacerlo, por eso es una maravilla escuchar la entrevista que le hizo Pablo Iglesias en La Tuerka. Por eso resulta tan decepcionante que muchos veamos cómo se estrechan los márgenes para poder intercambiar opiniones contrarias en un mundo de bandos que se creen superiores moralmente a los otros. «Para que lo diferente evoque curiosidad sostenida, en vez de suspicacias, es preciso que haya florecido la semilla del espíritu científico, pues en otro caso la propensión de cada grupo a considerarse superior se elevará a artículo de fe», dejó escrito. Me he quedado con ganas de preguntarle qué piensa de ciertas actitudes supuestamente científicas de hoy que abominan de los disidentes del discurso oficial sobre las soluciones ideadas para esta pandemia.

Se podría pensar con esas premisas que Escohotado era alguien dedicado en exclusiva al intelecto y al desprecio de la emoción, que es otra pose en ciertos intelectuales, antes muertos que sentimentales. Pero no. Porque hablaba de «papá» y «mamá» y sabía de la importancia de los lazos del clan familiar. Porque, cuenta Ricardo F. Colmenero, que sin creer en el cielo, anhelaba poder encontrarse en él con el hijo que perdió y se le saltaban las lágrimas pensando en esa posibilidad. ¿Puede ser eso compatible con el estoicismo? Por supuesto, como él demostró cuando le condenaron a prisión y aprovechó para pedir aislamiento, poner orden en su maleta de fichas y escribir la monumental Historia General de las Drogas.

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No sabemos si hay cielo, pero hay nube (www.laemboscadura.com). En ella están los numerosos testimonios, escritos, vídeos, artículos que su hijo Jorge ha ido recopilando, seleccionando, divulgando en los últimos años. Serán nuestro consuelo. Y ojalá, habrá que preguntar a Jorge, haya dejado notas sobre la deriva del feminismo moderno, como tenía previsto. Ese feminismo que esgrimió Julia Otero en una entrevista para dejarle de machista. A él. Ja. Que se lo pregunten a las mujeres que ha dejado aquí.

Cada vez que pase por la Brenan, en Churriana, me acordaré de que la vida puede ser maravillosa porque una amiga te puede hacer el mejor regalo del mundo: conocer a Escohotado y escuchar en una cena su risa. Llenar una sala en Churriana en la que flotaba la humildad y las ganas de saber. Gracias, Silvia.

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