El envejecimiento poblacional: ¿un problema superado?
José M. Domínguez Martínez
Catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Málaga
Domingo, 27 de julio 2025, 02:00
Hace 25 años, los organismos económicos internacionales trazaban -diríase que con bastante fundamento- un panorama futuro no demasiado halagüeño para el mercado laboral. Así, un ... informe de la OCDE del año 2000 señalaba que, en la mayoría de los países desarrollados, el envejecimiento comenzaría a tener sus mayores efectos en las políticas públicas entre 2005 y 2010, cuando las dinámicas demográficas y laborales, probablemente, provocarían una disminución de la proporción de las personas en edad de trabajar sobre la población total. Las personas se retiraban antes y vivían más tiempo una vez jubiladas. Además, la generación del baby boom alcanzaría la edad de jubilación durante ese período. Si las tendencias se mantienen, se decía, habrá menos personas que produzcan bienes y servicios y paguen impuestos, y más personas que reciban pensiones y otras prestaciones relacionadas con la edad. En 2030, en promedio, los hombres habrían pasado 35 años trabajando y acumularían 44 sin trabajar. Era un diagnóstico de una realidad en la que eran palpables las pautas descritas, auténticas fuerzas que socavan las finanzas públicas y la sostenibilidad del Estado del bienestar. No obstante, se señalaba que la caída de la proporción de las personas empleadas podía ser mitigada por una mayor incorporación de la mujer al mercado de trabajo.
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La OCDE preveía que, en las economías avanzadas, la ratio del empleo sobre la población total alcanzaría un máximo en torno al 46%, hacia el año 2010, para descender a continuación, aproximándose al 44% en 2025. Sin embargo, como muestra Chris Giles en el diario Financial Times, no se ha cumplido ese vaticinio, ni respecto a dicha tasa, ni respecto a la duración de las vidas laborales efectivas.
Podría esgrimirse que no se ha confirmado el rumbo anunciado por la OCDE precisamente porque se han aplicado reformas en el mercado laboral en la línea propuesta por dicha organización internacional (eliminación de los incentivos financieros a la jubilación anticipada y de los desincentivos a la jubilación tardía; mejora de la empleabilidad de los trabajadores de más edad...).
En 2030, en promedio, los hombres habrían pasado 35 años trabajando y acumularían 44 sin trabajar
Pero un reciente estudio de Goldman Sachs, titulado 'La historia positiva del envejecimiento mundial', concluye que las tendencias observadas son independientes de la puesta en marcha de reformas. El afamado banco de inversión considera que, si bien es acertado centrarse en las implicaciones económicas de una transición de esta importancia, como la ligada al envejecimiento poblacional, los economistas no deben perder de vista el hecho de que el aumento de la esperanza de vida es un avance fundamentalmente positivo: «Además de vivir más tiempo, las personas también viven vidas más saludables, en el sentido de que la capacidad funcional de las personas mayores mejora con el tiempo. Según un estudio exhaustivo reciente, una persona que tenía 70 años en 2022 tenía la misma capacidad cognitiva que una persona de 53 años en 2000. En un sentido muy tangible, 70 es el nuevo 53».
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De otro lado, se sostiene que tampoco está nada claro que los inconvenientes económicos del envejecimiento de la población sean tan difíciles de resolver como se suele describir. Aunque el aumento de los costes de las pensiones públicas sigue siendo motivo de preocupación para algunas economías, se arguye que la forma más eficaz de contrarrestar el impacto del envejecimiento en los índices de dependencia es prolongar la vida laboral. Esta senda ya está en marcha: mientras que la esperanza de vida media en las economías desarrolladas ha aumentado un 5% desde 2000 (de 78 a 82 años), la vida laboral efectiva media ha aumentado un 12% (de 34 a 38 años), y la proporción de la población total empleada ha pasado del 46,0% al 48,3%. En suma, se destaca que, a pesar del fuerte descenso de los índices de población en edad de trabajar en los países desarrollados, los índices de dependencia han disminuido.
Los economistas de Goldman Sachs, en un alarde de entusiasmo, proclaman que, en un mundo con un número creciente de problemas aparentemente irresolubles, el envejecimiento de la población es una preocupación menos. La verdad es que resulta un tanto sorpresivo encontrarse con una visión tan optimista como esta, sobre todo ante un reto de semejante envergadura. Una visión que contrasta abiertamente con la que constatamos en otros informes que descartan una respuesta afirmativa a la pregunta planteada en el título de este artículo.
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