Duda inteligente

Lunes, 8 de octubre 2018, 07:51

Determinadas certezas no siempre son buenas amigas ni recomendables compañeras de viaje. Sobre todo si anclan en el enfrentamiento, división o violencia. En todas las ... materias, la duda inteligente es buena aliada de camino. Crecemos y se descubre gente que anda limosneando verdades que eviten dudar: ideológica, cultural o religiosamente hablando; da igual. Hay quien necesita seguridades que no le compliquen la vida. Ese tipo de personas lo quiere todo hecho. Se conforma con un puñado de certezas que ayuda a sobrevivir y posicionarse en el terreno de la dictadura de lo políticamente correcto. Esas personas prefieren que les marquen lo que tienen que pensar, hacer o decir. Así no se mueven y salen en la foto. Se encuentran a gusto en el terreno de lo asumido mayoritariamente. Prefieren saber cómo vivir y, si opinan algo, tener la certeza de que serán apoyadas. Se abandonan en brazos de frases de impacto y aplauso social o likes. Es por eso que en el ambiente no llega a sorprender ese olor nauseabundo que generan las verdades a medias, interesadas o maquilladas; ese hedor que provoca lo políticamente correcto a riesgo de ahogar el pensamiento y la libertad de expresión; a riesgo de asfixiar lo genuinamente humano y la verdad contenida en el ser.

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Una época que acaba escapando de la verdad, una sociedad que no se plantea una reflexión profunda sobre la verdad de la existencia, camina hacia el suicidio. Nunca debimos caer tan bajo. Nunca debimos estropear hasta tal punto la inteligencia humana. Porque a fuerza de no dudar en serio, a fuerza de creer siempre lo que nos contaron o cuentan otros, sin juicio crítico, a fuerza de crecer sin analizar, hay quienes se convierten en cadáveres de certezas. Si aceptamos la invitación a la duda, en materia humana y divina, es posible que haya quien censure apelando a la inseguridad, a lo antiguo o moderno. Qué más da. Quien pretende despreciar utilizará toda clase de artes con tal de evitar el acceso a la verdad. Hay que contar con ello pero desde la serenidad que comunica la pertinaz búsqueda de la verdad. Es bueno asumir como parte de una vida comprometida con la honestidad intelectual, esa que busca lo verdadero donde se encuentre, que haya quien juzgue inoportuna la disidencia. En el ejercicio de lo políticamente incorrecto se saborea la sabia frase de Cristo: la verdad nos hace libres.

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