Deporte y derechos
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, clama que «Gaza será destruida», tras la matanza de más de 60.000 palestinos, destrozar sus viviendas ... e infraestructuras y someterlos al hambre. Y la Comisión Internacional Independiente de Investigación de Naciones Unidas, concluye que se está perpetrando un genocidio contra la población de Gaza, después de que el 26 de enero de 2024, la Corte Internacional de Justicia dictaminara de manera provisional que había plausibilidad de que se estuviese cometiendo un genocidio y ordenó una serie de medidas cautelares.
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Sin embargo, frente a la evidencia del genocidio, y en cualquier caso, a la masacre inmisericorde de un pueblo, la Unión Ciclista Internacional ha condenado las acciones de boicot a la Vuelta a España, considerando que el Gobierno español ha «instrumentalizado» la carrera al apoyar las protestas contra la participación del equipo Israel Premier Tech, todo ello apelando a la «neutralidad política». Es decir, para esta organización, los derechos humanos a la vida y a la integridad física de centenares de miles de personas, es una cuestión 'política' y por tanto, opinable, por lo que ellos se muestran 'neutrales'. Con ese inmoral criterio, también deberían haber sido neutrales ante el brutal genocidio nazi contra el pueblo judío. Un equipo que representa a un Estado que comete estos atropellos no puede tener cabida en ninguna competición deportiva o artística, si a la humanidad le queda un gramo de dignidad. No les puede ser salir gratis tanta ignominia, por muchos millones que estén gastando en 'blanquear' el terror contra los palestinos.
Esto no es nuevo en la historia, y nos pilla cerca la RFEF de Rubiales imponiendo la Supercopa de España con sede en Arabia Saudí (y en la época Villar, el partido de La Roja en Guinea Ecuatorial) o la FIFA con la Copa Mundial de Fútbol de 2022 en Qatar. Arabia Saudí, que como Israel, patea los derechos humanos cuando le viene en gana y bombardea sin piedad a miles de civiles en Yemen, decapitando a centenares de personas por actos que en nuestro entorno son derechos básicos, y con las mujeres sometidas a intolerables limitaciones a sus derechos.
Pero en el deporte siempre han existido ejemplos de dignidad, a costa de arriesgar las carreras deportivas de los afectados. Juegos Olímpicos de 1968, todos recordamos la icónica imagen de los estadounidenses Tommie Smith y John Carlos, que una vez recibidas sus medallas, cerraron sus puños con un solo par de guantes negros, para testimoniar el simbólico saludo del black power, y gritar en silencio contra el racismo en su país. Lo que se conoce menos es que había un tercero en la foto, el australiano Peter Norman, que de forma discreta, se puso una pegatina contra el racismo. Estos gestos les costó la carrera deportiva a los tres, y Avery Brundage, presidente del Comité Olímpico Internacional, tuvo la desvergüenza de calificarlos como una «infracción de los principios del espíritu olímpico» (el mismo Brundage que no dijo ni mu como presidente del Comité Olímpico Estadounidense durante los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, en la Alemania nazi). El atleta australiano murió en 2006, y sonaba 'Carros de fuego' mientras Smith y Carlos portaban su féretro. Este es el verdadero espíritu del deporte.
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