Danza infinita

VOLTAJE ·

Cuesta encontrar a un grupo que lleve 40 años en activo y que siga emocionando como lo hace Danza Invisible

Hubo mucha emoción en el lleno que registró el sábado el festival Brisa en la plaza de toros de La Malagueta, ya enrocada en nuevos ... usos culturales que trascienden a los originales. El principal reclamo de la noche era el concierto de Danza Invisible por su 40.º aniversario, y todo el festival se convirtió en un homenaje a la banda malagueña y a su público con un latigazo capaz de atravesar varias generaciones. En el panorama de la música, cuesta encontrar a un grupo que lleve 40 años en activo y que siga emocionando y llenando como lo hace Danza, madurando con elegancia como ellos, sin estridencias y sin instalarse en la melancolía. Cuesta también encontrar a un grupo de música que mantenga las raíces tan hundidas en un territorio de origen que no es solo Málaga ni Torremolinos, sino toda la Costa del Sol en una relación umbilical que permanece, y que no se tuerce.

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El líder de Danza, Javier Ojeda, que es al que más conozco y al que quiero, sigue lanzando nuevos trabajos, algunos años celebra un número descomunal de conciertos y está siempre interesado en la música que se hace ahora, además de haberse convertido en un historiador en primera persona de una Málaga fascinante, la Costa del Pop, e incluso en promotor de nuevas iniciativas, como Fulanita Fest. Los Danza jamás han sido unos modernillos de provincias que se fueron a Madrid a buscar fortuna o a construirse una identidad, precisamente porque la modernidad ya estaba aquí instalada en Torremolinos mucho antes. Como decía la escritora Valeria Vegas en el prodigioso documental sobre Loco Mía, por más veces que entronicemos la época y el lugar, Madrid en los ochenta no era una ciudad moderna: había cuatro que sí lo eran. Y añado que casi ninguna era de allí.

Estas cosas está bien recordarlas, y creo que todos y cada uno de los miles de asistentes que abarrotaron la plaza en este cumpleaños total sintieron también este pellizco. No se trata de darse golpes de pecho ni proclamar las mil vueltas que le damos a otras ciudades, pero sí de quitarnos complejos; es un hecho que aquí, muchas veces, se ha tratado mejor a los que venían de fuera simplemente por no ser de aquí. Había que salir y triunfar fuera para ganarse el respeto, o para que te tomaran en serio, quizá por un problema de autoestima, o por simple y llana envidia. Danza Invisible es patrimonio emocional de Málaga, forma parte imprescindible de una sonoridad que sigue dando influencia a la actualidad y tenemos que sentirnos orgullosos de sus logros, que también son un poco nuestros, aunque a veces no nos lo creamos.

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