Menos consumo, más relax

Lunes, 26 de noviembre 2018, 00:07

El ajetreado ritmo de vida en el que estamos envueltos genera estrés y ansiedad. Y en determinadas fechas, como las que vivimos, más. Dicen que ... tiene solución: pasa por dejar a un lado los imperativos del consumo y dedicarse a jugar, crear o conectar con el niño que tenemos dentro. Volver a divertirse paseando o jugando en familia; volver a pasarlo bien contando historias o haciendo manualidades; volver a viajar para conocer o relajarse sin horarios... esto facilita que nuestros niveles de estrés y ansiedad desciendan.

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El tiempo a veces no da para más; otras la velocidad impuesta aboca al fracaso y la fiesta llega a convertirse en una pesadilla. Quizá por eso hay que pararse y mirar. Especialmente a un mes de la Navidad. Preguntarse en manos de quién estamos, para qué o para quién hacemos las cosas puede ser un sencillo ejercicio de discernimiento ¿Un ejemplo? El blackfriday, sus secuelas y las adelantadas compras de Navidad. Por no hablar de las comidas de Navidad. Se da la paradoja de que a un mes prácticamente de la celebración del nacimiento de Cristo, que eso es la Navidad, adelantamos comidas, compras y alumbrados como si no hubiese un mañana para celebrar la Natividad. Todo está muy bien pensado por algunos, mientras los muchos sucumben a la propuesta comercial; propuesta que se defiende con uñas y dientes porque no se ve más allá de la posibilidad del consumo compulsivo y convulsivo.

Olvidan quienes defienden este tipo de sociedad que el capitalismo solo entiende de números, que en su génesis hay una perversión porque pone el capital por encima del ser humano y que hasta llegamos al extremo de importar citas en el calendario, como el viernes negro, para consumir. ¿Realmente hay un ahorro considerable en esta cita? ¿Merece la pena tantos minutos en las colas de los centros comerciales o en el coche hasta que se accede a las catedrales del consumo? Al ritmo que vamos los ricos cada vez serán más ricos haciendo a los pobres más pobres y abocando a los miembros de nuestras sociedades occidentales a un consumo innecesario. Quizá convenga hacer un análisis de lo que tenemos en las casas, ¿lo necesitamos de verdad? Quizá sea oportuno valorar en qué invertimos nuestro tiempo y dinero ¿para ser más felices de verdad? Quizá hoy sea ocasión propicia de plantearse si otro tipo de sociedad es posible.

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