El transporte ferroviario es la gran asignatura pendiente de Málaga. Salvador Salas
Repaso semanal

Construir la Gran Málaga

Javier Recio

Málaga

Domingo, 14 de enero 2024, 01:00

Málaga está a día de hoy en una encrucijada para dar el salto y convertirse en una gran ciudad, dejando atrás su categoría de ciudad ... mediana. Para eso hay que ser ambiciosos y plantear el futuro con esa idea. Sin complejos, sin querer quedarse ensimismada en otros tiempos pasados que para nada fueron mejores. La capital de la Costa del Sol está viviendo la época de mayor apogeo de su historia. Y no se debe parar. Hay que tener en cuenta además que este desarrollo se está llevando a cabo gracias a la iniciativa privada, debido a que Málaga no es capital administrativa de nada y por tanto no hay palancas públicas que tiren de la ciudad a nivel económico. Pero ojo, esto no quiere decir que no sea necesaria la intervención de las administraciones para que se consiga el objetivo. Es decir, que al menos no pongan impedimentos que frenen la pujanza de la iniciativa privada. Es fundamental que se ofrezcan soluciones a la movilidad si se quiere construir de verdad esa Gran Málaga que tiene que contar de manera imprescindible con los tres municipios que abrazan a la capital de la Costa del Sol: Rincón de la Victoria, Alhaurín de la Torre y Torremolinos, donde viven miles de personas que trabajan en Málaga. Sólo Torremolinos parece tener resuelto este problema, pues cuenta con red de Cercanías, lo que sin duda favorece el transporte de sus habitantes hacia la capital. La ocupación de esta línea roza el lleno a diario, por lo que se demuestra que cuando a los usuarios se les ofrece un transporte colectivo seguro y rápido apuestan por el mismo. De nada sirve que los políticos tengan todo el día la palabra sostenibilidad en la boca si después no ofrecen un transporte verdaderamente sostenible. Esa es la gran paradoja. La Gran Málaga tiene que diseñarse a partir del transporte colectivo, como ocurre en las grandes urbes nacionales como son Madrid y Barcelona, y que además sea fácil utilizarlo con tarjetas de transportes como la madrileña, donde además de barato, se puede usar en cualquier medio de transporte colectivo. El área metropolitana es la solución también para facilitar que las familias encuentren viviendas más baratas. Cuanto mayor sea la oferta de suelo mayor será la posibilidad de encontrar inmuebles más asequibles. Y además desde la capital se tiene que considerar a estos habitantes como si estuvieran censados en la misma. No parece muy lógico, por ejemplo, que se castigue a estos ciudadanos del área metropolitana con la zona de bajas emisiones, más que nada porque va en contra de proyectos como el plan litoral, que se justifica en esa vocación para intentar conseguir fondos europeos. No es de recibo que a los conductores capitalinos se les perdone todo y puedan entrar en esta zona por el mero hecho de pagar el impuesto de circulación en Málaga capital y los que viven en esos tres pueblos se les castigue por no pagar el impuesto en la capital. El tufo electoralista espanta.

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A día de hoy alrededor de 750.000 personas viven en el área metropolitana de Málaga, que debe aspirar a tener en un futuro no demasiado lejano un millón de habitantes para convertirse en la Gran Málaga. Hay un aeropuerto con capacidad, hay una buena red de carreteras que necesita completarse, hay mimbres para seguir siendo un polo de atracción tanto de la inversión como de trabajadores cualificados, pues no es casualidad que Málaga esté considerada una de las mejores ciudades del mundo para trabajar y vivir. Lo que hay que evitar es que un mal servicio de transporte colectivo provoque el descarrilamiento de estas expectativas. Y para eso el tren es simplemente fundamental. No debe asustarnos nada, ni la cuantía de los proyectos ni la supuesta dificultad para llevarlos a cabo. Tiene que haber dinero y hay soluciones técnicas para llevarlo a cualquier sitio. Málaga reúne todas las condiciones para convertirse en la gran urbe del sur de España y no debe renunciar a ello bajo ningún concepto.

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