El ciudadano espectador
La política es una mentira con guion. Prosa adjetival, artrósica y falsa. La ficción elevada a categoría de ideología. El poder como fiera a la ... que hay que alimentar al coste que sea. La democracia en streaming. Moncloa convertida en un plató.
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Pedro Sánchez no engaña a nadie, simplemente actúa. Hace de Tony Leblanc con Ursula von der Leyen, se convierte en Van Damme frente a Abascal, en Risitas con Feijóo, Torrente con Puigdemont o es el nuevo Padre Damián en África. Toma la palabra en vano e interpreta. Convierte al ciudadano en un espectador y lo trata como tal. En su discurso desprecia la realidad. Como si de una serie de televisión se tratara, la ficción sustituye a la mentira, y la verdad es reemplazada por lo verosímil. Despoja a la actualidad de su carácter informativo y real. Esta semana ante una de las mayores crisis migratorias acaecidas en España, el presidente del Gobierno hace un nuevo ejercicio de escapismo interpretativo y estrena el capítulo titulado 'Migración circular'.
La política es cada vez más una escenificación: el personaje está por delante de la ideología, el contexto es más importante que las decisiones y los relatos son los verdaderos hechos. De lo que se trata es de generar expectativas, formular promesas que después no se cumplirán, dramatizar para movilizar a los ciudadanos espectadores en un determinado sentido, teatralizar el miedo y el rechazo, demonizar al adversario, culpabilizar al otro, conspirar para mantenerse en el poder, convertirse finalmente en Frank Underwood en su 'House of cards' particular. El personaje por encima de la persona.
Ahora se entiende que Moncloa no haya podido vender el documental 'Las cuatro estaciones', en el que se intentaba humanizar a Pedro Sánchez. Los consumidores prefieren la ficción, el personaje descarnado dispuesto a todo por permanecer en el poder. A medida que la política se ha convertido en un espectáculo, ha de ser interpretada como tal. La oposición debe entender esta nueva clave. A ellos también los ha convertido en espectadores, sus críticas no le hacen daño porque están dirigidas a su personaje. Tienen que despojarlo de sus ropajes, de su libreto, para encontrarse con el Pedro Sánchez vulnerable que el PSOE ya desenmascaró una vez. Deben encontrar al Kevin Spacey con pies de barro, no al marido de la aterradora Claire Underwood de la serie televisiva. Hay que leer su 'Manual de resistencia' y encontrar la legión de Koldos que contribuyeron a construir su personaje. Hablar con Ábalos, dialogar con Iván Redondo, escuchar a Máximo Huerta, inspirarse en Javier Fernández. Bucear en sus motivaciones narcisistas.
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Recordemos las palabras certeras de Frank Underwood: «el camino hacia el poder está pavimentado de hipocresía». Pues eso.
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