Fuera de foco

Charlie Kirk, más leña al fuego

Sábado, 13 de septiembre 2025, 02:00

Cuando expresas tu opinión en las redes sabes que te expones a la crítica. Veda abierta a los insultos, a los comentarios hirientes e incluso ... a las amenazas veladas. Y lo hemos normalizado. El linchamiento virtual ya no escandaliza a nadie. Pero es que ahora decir lo que piensas en un estado democrático resulta que también cuesta la vida. El asesinato de Charlie Kirk, activista amigo de Trump, en un campus universitario es una brutal llamada de atención. Ojo, la 'batalla' política, la 'guerra' dialéctica entre partidos, el 'conflicto' ideológico lleva balas de verdad.

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No defiendo sus ideales, no los comparto, pero le alabo la manera de exponerlos: dando la cara, con educación, argumentando y dispuesto siempre a debatir con el otro. Ni se escondía tras un perfil ni perseguía a políticos por la calle. Charlie Kirk hablaba en las redes pero también a las cámaras, en platós de televisión y en la calle, donde quisieran escucharle y enfrentarle verbalmente. Así debería ser siempre, esa es la esencia de la democracia: dar espacio al otro aunque no nos guste lo que piense. Diálogo. Respeto. Tolerancia. ¿Tan difícil es? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

La polarización que vivimos asusta desde hace tiempo, pero ahora todavía más. Y lo que ha sucedido después del tiro en el cuello a este hombre prueba la locura en la que estamos inmersos: sus seguidores se reafirman en lo malvado que son los 'antitrumpistas', mientras sus detractores justifican su muerte e incluso la celebran (sí, hay personas 'normales' que se alegran de un asesinato a sangre fría). Ni unos ni otros se detienen a pensar en que esto ha llegado demasiado lejos, en que es el momento de rebajar el tono y buscar lo que nos une por encima de lo que nos separa.

Ha sucedido en Estados Unidos, y podemos ser ingenuos creyendo que estas cosas solo pasan en un país donde el raro es quien no tiene un arma y donde 'estás conmigo o contra mí'. Pero esa enorme división está aquí, la ira ciudadana que arrastra la bronca política es global y va a más. Ya no solo en el pozo sin fondo en el que se han convertido las redes sociales: lo vemos cada día en los comentarios a las noticias de los periódicos y en las encendidas discusiones entre familiares y colegas. Todo se ha radicalizado y los discursos de los políticos, en lugar de ayudar a calmar los ánimos, alimentan el cabreo de unos y de otros. Hay que echar leña al fuego, que no se apague, que entonces algunos no sabrán qué hacer.

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