Ahora que está tan entredicho la labor de los políticos, toca rendir un sentido homenaje a un servidor público que deja a su pueblo vacío ... de contenido, tanto como el que desarrollaba en su cargo de teniente de alcalde de Montejaque desde hace una década. Porque además, ¡paradojas de la vida!, era una gran persona. Carlos Ernesto Escalante Alza tenía nombre de galán de telenovela, porque hasta para eso se hizo distinguir entre su gente, la misma que le despidió en silencio y con rabia en un cementerio en el que prestó un sinfín de servicios. ¡Quién le iba a decir que iba a engrosar ese luctuoso listado a una edad tan temprana! Esa misma gente que en ese mes de enfermedad que permaneció en el hospital deambulaba por el pueblo sin saber qué hacer porque le faltaba su referente.
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Me imagino cómo se encontrará el alcalde, Diego Sánchez, rota el alma y partido por dos porque le falta su otra mitad, la que encarnaba este hombre siempre al servicio de los demás desde que en 2011 decidió meterse en política bajo las siglas de ADIA. Se puede ser del PSOE, votar al PP o simplemente representar a un partido y ponerse a disposición de los vecinos para lo que requiriesen. Carlos Ernesto era ese hombre que siempre estaba ahí cuando se le necesitaba, y lo digo por experiencia propia cuando tras la muerte de mi padre se comportó como lo que era, un amigo y un servidor público, de esos que, cuentan, quedan pocos. Hoy Montejaque está huérfano de esa bonhomía que le caracterizaba, un pueblo que ha sufrido en exceso los avatares del Covid y de otras malditas enfermedades que también se llevó hace dos años a su prima, la añorada Pili, Pilar Guzmán, otra servidora pública desde que se levantaba hasta que echaba la persiana.
Es difícil entender cuando se pueda entrar de nuevo en mi pueblo, cerrado perimetralmente desde hace dos meses, volver al bar Perujo y no encontrarte en la puerta a Paco 'El Latero', o a Andrés Moya tras la barra sirviendo esa cerveza fría que tiraba como pocos. También resulta inexplicable no encontrarte a Andrés 'La Montes' y que te suelte esa palabreja que tanta gracia le hacía, paupérrimo, que es como se queda mi pueblo ante tanta desgracia en tan poco tiempo. Y es que cada vez más las calles y los hogares a los pies de Tavizna tornan en desérticos parajes envueltos en una irreprimible nostalgia. Resulta insoportable tanto sufrimiento. Se ha muerto a los 57 años Carlos Ernesto y Montejaque se queda más pobre de bondad, más pobre de gente, más pobre de sonrisas con las que combatir estos malos tiempos que sufrimos en penuria. En estos momentos me acuerdo especialmente de Pepito 'La Montes', que en pocas semanas ha perdido a su hermano de sangre y a su hermano del alma. Desde aquí se escuchan sus lamentos vertidos en Alemania, el país que acogió a numerosas personas de la Serranía cuando la posguerra vació muchos pueblos de vecinos convirtiéndoles en emigrantes, una gran cantidad de ellos para siempre porque allí dejaron su juventud y su vida.
Carlos Ernesto deja mujer y dos hijas para mantener su ingente legado, que seguro perdurará en el tiempo, porque hoy en día servir a los demás como lo hacía el teniente de alcalde de Montejaque no está al alcance de cualquiera. Descansa en paz, amigo.
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