Caperucita en la Moncloa
La inocencia es la confianza desnuda. Palidez que no se avergüenza de su pureza. Aire que encierra el suspiro de la sorpresa. Refugio para los ... limpios de corazón. La niñez como patria. Caperucita roja adentrándose en un bosque, aunque esté tomado ahora por la política.
Publicidad
La corrupción es la pérdida de la inocencia de la democracia. Violencia disfrazada que amenaza la libertad. Follaje oscuro y denso con Santos Cerdán como protagonista del último informe de la UCO. El sanchismo de la primera hora sin filtro: «Koldo, que no quiero que hables de esto, que no se habla». El dinero como razón última de su ejercicio. La mendicidad moral como carta de presentación. Aquel al que tanto defendió pocos días antes el mismísimo Pedro Sánchez con dulces palabras «esto no va de partidos, va de derechos. Un abrazo, Santos Cerdán», es ahora la piedra de escándalo y repudio para la orilla izquierda de la política española. Es el nuevo lobo de este cuento que comenzó a narrar este pasado jueves el secretario general del PSOE. Con voz grave, exceso de maquillaje y rostro de falso arrepentimiento, Pedro Sánchez se convirtió en la nueva caperucita de esta falsa narración. No dudó en abrazar la candidez impostada como estrategia de supervivencia. No es la primera vez que se presentaba como víctima de su propio partido. Como si fuera el último en enterarse de lo que pasa en su propia casa. Como si la moral del PSOE fuera un Airbnb sin check-in político. Cuando más se necesitaba un liderazgo sólido, sólo pudimos identificar una nueva actuación. Donde se esperaba más que nunca un ejercicio de responsabilidad sólo hubo cuento. Esperando firmeza, nos encontramos con una nueva maniobra de escapismo. Santos Cerdán es ahora el apestado necesario, cuando fue el escudero fiel al que se le fio nada más y nada menos que la negociación con los secesionistas huidos y con Bildu para atornillar al PSOE en el Gobierno. El ágrafo político navarro, castigo de la elocuencia, magnate de las mordidas, es ahora el lobo cuando él sólo aspiraba a ser la abuelita en su futuro retiro dorado. Pronto conoceremos más detalles del manual de estilo del sanchismo cuando la luz entre a esa habitación cerrada.
Pedro Sánchez ha convertido Moncloa en un local de cuentacuentos en el que no se quita su capa roja ni para dormir, por si se le pudiera ver su pelaje denso y se adivinaran sus auténticos colmillos. Se ha convertido en lobo y Caperucita a la vez. Un cuento extraño al que pronto se sumarán nuevos personajes. Mientras, los ciudadanos le gritamos, desde el patio de butacas, la sentencia célebre de Albert Camus: «Inocente es quien no necesita explicarse».
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión