EL FOCO

De un cajón en Cádiz a Espinel 2024

Algunos malagueños nos alegramos mucho al ver al Rey tocando porque sabíamos que todos esos cajones eran de Pepe Zapata

Domingo, 2 de abril 2023, 02:00

Ha sido la imagen del congreso de la lengua en Cádiz: el Rey Felipe tocando, nada mal, un cajón flamenco. ¿Flamenco? Ahora sí, claro, pero ... el cajón nació peruano y por eso fue tan idóneo organizar una cajoneada frente al Teatro Falla de Cádiz para la inauguración de un congreso que celebra el mestizaje maravilloso del español y de su cultura, que incluye una música o una gastronomía nutridas de viajes de ida y vuelta a América. Y, para muestra, el cajón que tocaba el Rey, difundido mundialmente para el flamenco gracias a su incorporación al sexteto de Paco de Lucía, en las manos de Rubem Dantas, el brasileño de rastas que tantas veces ha tocado en Málaga.

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Algunos malagueños nos alegramos mucho al ver al Rey tocando porque sabíamos que todos esos cajones eran de Pepe Zapata, el hombre que los saca a pasear desde hace años en festivales como el Cajonea de Torrox. El tipo que más ha hecho por la difusión del instrumento, apasionado de la historia de la música, capaz de largarse a Montevideo para grabar, por ejemplo, el ritmo trepidante del candombe, esos tambores que dominan los descendientes de los africanos que llegaron allí en el XIX. Pero Zapata es hombre de acción y de reflexión: también tiene tiempo para armar intelectualmente la historia de los instrumentos rodeado de expertos del CSIC o de la universidad. Por eso lleva varios años siendo el responsable del taller de música del Parque de las Ciencias de Granada. Cultivador en exceso de un perfil bajo, esta semana, sin embargo, ha sido una locura para él, desde que un rey tocó un cajón. La vida es así. Estás bajo el radar, has ido cosechando negativas a organizar cajoneadas de otros sitios y, de repente, un vídeo en Cádiz, no en tu ciudad, te da un poco de foco. Y Zapata es mucho más que el cajón.

No sé bien cómo llegué a una charla TED de Jorge Drexler sobre la música y la identidad. Pero sí recuerdo mi pasmo al percatarme de la maravillosa historia de la décima o espinela, de su influencia, de sus viajes de ida y vuelta. De parar a pensar cuando habla de Vicente Espinel, de Ronda, Málaga y de su papel fundamental también en la historia de la guitarra española. ¿Cómo es posible que no explotáramos más por aquí la figura de Espinel? O la guitarra española. Después de Drexler volví a escuchar el discurso de Leonard Cohen cuando le premiaron con el Príncipe de Asturias. La emoción con la que habla de su profesor de guitarra en Canadá, un español exiliado. Con Espinel, la guitarra, la décima y las posibilidades de sacar pecho desde Málaga había una historia por explotar. Ahí se quedó, en uno de esos pensamientos difusos que se archivan mentalmente.

Con Espinel, la guitarra, la décima y las posibilidades de sacar pecho desde Málaga había una historia por explotar

En mi caso, fue Pepe Zapata el que sacó a flote mental esa información guardada. Hace un par de años, ya andaba dándole vueltas a la cabeza a la celebración del Cuarto centenario de la muerte de Vicente Espinel, en 2024. Como es como es, no se había quedado sólo en esa fecha, hizo un enorme trabajo para relacionar la décima y la guitarra con activos culturales que tenemos en la ciudad y en la provincia: desde el maravilloso patio barroco del instituto Gaona que, en realidad, se llama Vicente Espinel hasta los cuadros costumbristas del XIX del Museo Carmen Thyssen, donde son mujeres las que tocan la guitarra. Pasando, por supuesto, por los juglares que se congregan en Villanueva de Tapia. Hablando de rimas rápidas, también es muy recomendable para percatarse de la actualidad de los decimistas recuperar un texto en este periódico de Regina Sotorrío en el que explicaba la pasión de muchos cantautores, como el Kanka, por el cultivo cantado de las espinelas.

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2024 está ahí. Este año estamos inmersos en la celebración de los 50 años de la muerte de Picasso, sin duda un genio universal. La importancia de la décima y de la guitarra española en la música mundial hacen de Espinel una figura gigante para celebrar. Este verano, en uno de los conciertos en Gibralfaro, se hablará en parte de esto, como un aperitivo delicatessen de lo que debería venir en 2024. Casualmente, ha sido una malagueña, Elvira Roca, la que con su trabajo infatigable de desmontaje de la Leyenda Negra española ha ido tendiendo puentes con visiones heterodoxas en Hispanoamérica. Ahora, el argentino Marcelo Gullo es todo un best seller con Madre Patria, el libro en el que relata la influencia positiva de España en el continente americano. Hace cuatro años, cuando lo trajo Elvira Roca a un seminario, no era tan conocido. Con su conferencia, puso al público en pie. Espinel es uno de los máximos representantes de aquel Siglo de Oro español del que nos tenemos que sentir orgullosos, sin ánimo de nacionalismo rancio y con el propósito de quitarnos complejos de país secundario. Y da la casualidad de que está vinculado a Málaga.

La Historia apasiona. Lo vemos a diario en esta ciudad, con conferencias repletas de público cada vez que se les convoca para un mayor conocimiento de nuestro pasado. No deberíamos dejar pasar la oportunidad para celebrar en 2024 a Espinel. La Diputación ya ha aprobado una iniciativa para celebrarlo, a instancias de los socialistas y con el consenso de todos los demás. Pepe Zapata lo tiene todo estudiado. Quede este artículo a modo de acta notarial: fue él quien empezó, hace años, a darle vueltas a cómo reivindicar la figura de este malagueño universal, que no sólo de Picasso hemos de vivir. Aunque incluso Picasso puede unirse a Espinel con esos dibujos de guitarra que están en la Casa Natal. La relación de Picasso con la guitarra es tan potente como para que el MOMA le dedicara una exposición en Nueva York.

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Sigue ocurriendo que, a veces, tienen que pasar cosas fuera de Málaga para que sepamos ver lo que podríamos hacer. Como valorar el cajón que esta semana ha tocado el Rey en Cádiz. O incluso apreciar directamente a personas como Pepe Zapata o tantos otros malagueños valorados a veces más fuera, ignorados por algunos que sólo ven circuitos cerrados. Cuando en Málaga siempre hemos sido abiertos. Tanto como la décima o espinela, que voló por el mundo.

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