Es complicada la mesura en los discursos, sobre todo cuando son de agradecimiento. Sucede en las mejores galas. Sucede en las galas. 'Discurso de boda' ... es una novela, la segunda, del poeta Álvaro García, que siempre titula muy bien. En las ceremonias en las que se premia mucho hay una multitud a la que agradecer. Un minuto de gloria puede convertirse en quince. Pero la virtud de la brevedad no reside tanto en la extensión, sino en el contenido. Uno de los más bonitos actos de gratitud lo pronunció Leonard Cohen en los Premios Príncipe de Asturias y duró diez minutos. El mejor discurso de este año lo he escuchado en boca de Sarah Almagro, y solo ocupó tres.
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El contexto es la gala de los premios Malagueños del Año que entrega este periódico, y que en esta edición contaba con una decena de galardonados. El público hacía tiritar el auditorio entre representantes de la política, la cultura, la medicina o la empresa. La crema, como suele decirse, entre los titulares y los aspirantes a sentirse, no sé si amados en la tierra, como escribió Carver, pero sí respetados, atendidos, mezclarse con las figuras imprescindibles en las fiestas de canapé, barra libre de favores. Para los discursos se solicitaba brevedad, vayan al grano, cuidado con dejarse llevar por el encanto de escucharse, que es uno de los males del sujeto moderno, o con explayarse con la agenda citando los nombres de las personas implicadas en la hazaña. Algunos lo cumplieron y otros no, cualquiera se olvida de alguien, pero era su momento; los peores discursos suelen ser los de los políticos, otro mal en el que no suele caber la buena letra y sobra la solemnidad. Solo con enumerar a los cargos más poderosos del lugar se tardaba un trecho.
Aprovechando la oportunidad para tratar de mejorar este lugar a veces inhóspito que habitamos, Sarah Almagro estuvo suave en la forma, firme en el fondo. La marbellí, campeona de surf adaptado y superviviente de una meningitis que le hizo perder brazos y piernas, ha salvado más vidas además de la suya. Gracias a su perseverancia, ha conseguido que la vacuna tetravalente se incluya en el calendario y que Sanidad financie prótesis funcionales. Recordó a su abuelo, el periodista Julio Almagro. Y tenía dos mensajes a los políticos presentes, pocos se lo esperaban entre la lógica zalamería de estos acontecimientos. A la Junta le recordó la necesidad de un centro de referencia para amputados, y al Ayuntamiento de Málaga, que deje de cobrar de forma indebida por aparcar en la zona azul a las personas con movilidad reducida. Y todo eso con brevedad, en el tramo final de la gala, con las manos ahítas de aplaudir con tantas ganas como ahora.
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