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Aterriza donde puedas

Martes, 29 de noviembre 2022, 09:42

Sobrevivió Málaga a las dos últimas crisis. A la primera, como un náufrago, a través del océano que dejó el despilfarro del 92, entre eventos ... y capitalidades. La segunda le sirvió para pensarse y reconfigurar su malherido centro urbano. Con fondos europeos y buenos profesionales se adecentó nuestro barrio histórico. Sobre su callejero pusieron lo necesario y suficiente en materiales y mobiliario y aunada por el trabajo de todos reapareció la calle Larios como nunca la habríamos imaginado.

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En veinte años el coche ha desaparecido del centro. La peatonalización llega hoy hasta el río por un lado, al sur se asoma al muelle Heredia, al norte salta carretería y al este no sigue porque hay que trepar Gibralfaro. Se declaró la guerra al vehículo privado poniendo coto a nuestra mala costumbre de movernos, por todas partes, sentados con autorradio. Pero se olvidó que el coche, ese objeto de lujo para el fisco, es para muchos, imprescindible herramienta de trabajo.

Cualquier parte de la ciudad necesita calles rodadas, no solo para que llegue comida y mercancía. La prosperidad surge, las más de las veces, de un autónomo que trabaja y se desplaza desde su propio coche-oficina. La mayor riqueza de una sociedad reside en su capital humano. Un médico y un buen profesional mejoran con los años. Pero a más años, más daño hace caerse de una bici o de una patineta.

Hemos visto con buenos ojos sacar al coche del primer anillo: Santa Isabel- Carretería- Álamos. Pero la ciudad en su segunda corona no es capaz de absorber, ni en calles ni en edificios, esa expulsión de contenidos que ha provocado el monocultivo turístico. Aparcar es difícil dentro del centro, pero imposible a su alrededor.

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Media ciudad sale a trabajar a la costa, y media costa viene a Málaga a destiempo no solo a ver las luces de Navidad. La mayor parte de los aparcamientos públicos se han proyectado en línea tangente a un centro especializado hoy en «shopping and dinning» ¿Qué hace el que precisa su coche para trabajar si una vez fuera no encuentra sitio dónde dejarlo que no sea junto al Martín Carpena?

Hay un tiempo para todo y hubo un tiempo para planificar. Una ciudad que, todas las mañanas, necesita estirarse de Este a Oeste, apenas dispone de dos calles para atravesarla que no sea su autovía de circunvalación. El callejero de Málaga no da más de sí. No hay donde aparcar, ni tan siquiera poder parar. Solo queda mirar el reloj después de ponerse a la cola. Las luces de freno empiezan a adornar de rojo nuestras cuatro calles a todas horas ¡Esto es Málaga…Aterriza donde puedas!

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