EDITORIAL

Ataduras recíprocas

Sánchez salva el trance del pleno sobre la corrupción con una renovación por inercia del apoyo de sus socios, expresada con tantas reservas, sobre todo en el PNV, que no ataja la angustia de la legislatura

Jueves, 10 de julio 2025, 02:00

Pedro Sánchez firmó ayer un nuevo capítulo de su manual de resistencia al tomar algo de aire entre tanta adversidad. Y esta vez era mucha, ... porque el pleno sobre la corrupción que salpica a su Gobierno y al PSOE examinaba la confianza de sus aliados parlamentarios en él. No tanto por su capacidad para seguir adelante, algo que daban por hecho por su obstinación en «no tirar la toalla», sino más bien para qué. Para qué aguantar la legislatura cuando gran parte de la credibilidad del presidente se ha visto minada por las graves implicaciones de Santos Cerdán y José Luis Ábalos en la trama de amaños de contratos públicos. Sánchez insistió en liderar una regeneración embarrada por su último secretario de Organización y su exministro de Transportes. Y lo hace por el riesgo de involución que, a su juicio, representa el PP arropado por la ultraderecha. Mientras que Sumar, su socio en el Ejecutivo, subrayó que «gobernar no es resignarse, es transformar», en un intento por justificar una gestión que le ata a Sánchez, aunque la agenda social esté parada.

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Con mucho menos entusiasmo, el grupo de la investidura estiró el crédito en Pedro Sánchez en un medido distanciamiento. Lo hizo casi por inercia, más como una oportunidad para seguir defendiendo sus propios intereses, incluso de cariz electoral, que por un compromiso con un Estado «incapaz de romper» con el «régimen del 78», como apuntaron Junts y EH Bildu. Aun así, la coalición de Arnaldo Otegi fue el puntal más sólido para el .jefe del Ejecutivo al comprometerse a «no finiquitar la legislatura ni a hundir este Gobierno». Las reservas expresadas por todos los socios fueron más serias en el PNV. No le convencieron las medidas contra la corrupción anunciadas por Sánchez porque extienden las sospechas a todos cuando «la gotera», señaló, «está en el tejado del PSOE». Tampoco le sirvieron las reiteradas explicaciones sobre Cerdán y Ábalos para zanjar de una vez «las dudas» sobre su responsabilidad en la designación y vigilancia de sus estrechos colaboradores.

Con todo, la confianza de los jeltzales en Sánchez va «camino de la UCI». Y ese es un aviso serio para el presidente. No tanto por el riesgo de que el PNV explore una alternativa con el PP, partido del que se distanció ayer en un gesto contestado por Alberto Núñez Feijóo en clave vasca al advertir de que los socialistas y Bildu acabarán desalojando al PNV de Ajuria Enea. Sino por el peligro de que las investigaciones en marcha destapen un sobresalto infranqueable para la continuidad de la legislatura -ayer mismo la UCO descubrió nuevas adjudicaciones de obras bajo sospecha en la etapa de Ábalos en Carreteras-.

Pese a todo, Sánchez se afanó en intentar dar la vuelta a la tortilla metiendo tensión a su relato. Aclaró que «no tiene miedo a las elecciones», pero que no las adelantará, y que pensó en dimitir, aunque «eso no es una opción». Y convirtió su turno en un escaparate de la corrupción de su rival, en el que no faltó la famosa foto del hoy líder del PP con un narco gallego. El enfrentamiento que se veía venir tocó techo en la réplica de Núñez Feijóo al preguntarle «¿de qué prostíbulos ha vivido usted?», en alusión a los negocios del suegro del presidente. Un ventilador nada edificante que, además, solo sirve para agravar el desapego institucional. Tras una sucesión de amagos de ruptura si escala la corrupción, la legislatura afronta una prórroga con dosis de angustia. La «parra» que el PNV colocó a Sánchez como protagonista de la fábula del 'rey desnudo' pende de la UCO y de unos Presupuestos Generales que se antojan esenciales de aquí a 2027.

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