Alcazabilla antigua, pionera de nuestra ciudad y quizá la calle que más ha cambiado en los últimos años. Algunos la conocimos con aceras que parecían ... estirarse desde la calle Victoria para encaminar el Centro hacia el Santuario. En ella por entonces aparcaban coches y bajaban autobuses que terminaban jugando a darle la vuelta al cuadrado de la Aduana.
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Alcazabilla breve. Es increíble que en calle tan cora quepan cosas tan grandes y tan dispares. A ella se asoma un teatro griego, una Alcazaba árabe, un palacio neoclásico, un trozo de monte al pie de un castillo, unas cuantas casas de vecinos, un cine y una casa-calle que es bodega, palomar, comedor y tres patios.
Alcazabilla duda. Cerca de la Merced parece sentirse calle mientras avanza entre tres o cuatro edificios atirantados hasta sorprenderse ante la fachada moderna del Cine Albéniz. Pero después se arrepiente de su alineación, pues de un lado se abre por la Calle Zegrí para más adelante esconderse entre los troncos de algunos árboles supervivientes de los jardines de Ibn Gabirol. Del otro lado, mientras tanto, se echa al monte por la ladera de Gibralfaro y reaparece entre las gradas del Teatro Romano para terminar de forma inverosímil ante la alineación desviada de una fachada imponente, la del Palacio de la Aduana.
Alcazabilla viva. Siempre que puedo me acerco. A pesar de los mil turistas que volverán, sigue teniendo pulso urbano. En ella da gusto perderse un rato. Si una vez allí, te paras y miras hacia cualquier parte, siempre podrás encontrar algo que para sorprenderte. Alcazabilla es calle indeterminada, difícil de distinguir dónde empieza y acaba. Lo no terminado invita a la especulación y al descubrimiento y en lo inacabado siempre cabe algo nuevo.
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Alcazabilla eterna. Entre las disparidades de Alcazabilla se puede entrar a un cine del siglo pasado, que pone carteleras de papel entre paseantes que apenas levantan la vista de móviles en sus manos. Antaño con Caligae hoy con zapatillas de marca, muy distintas personas, en el mismo lugar, fueron y van al teatro y al cine. A pie de Monte o a pie de calle, las tardes de Venus o las noches del viernes, urbanitas de distinto tiempo vuelven a los mismos lugares aunque pasen dos mil años ¿Qué tiene esta calle para que siempre sepa distinto pasar por el mismo sitio? Diríase que, como toda ciudad viva, Alcazabilla es indecisa e imperfecta, quizá por eso nos resulte acogedora. Recóndita y discontinua, nos sale al paso, invitándonos a recorrerla.
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