Han detenido al portero de una discoteca del centro acusado de arrancar parte de una oreja a un cliente. El cliente siempre tiene razón, pero ... puede entrar con dos orejas y salir sólo con una. El dueño de la discoteca dice que el portero lleva años trabajando para la empresa y nunca había protagonizado un hecho similar. Hasta ahora no había arrancado orejas; si es que la ha arrancado, claro. Parece que el cliente, de 23 años, estaba causando alboroto con sus amigos y los echaron. Una discoteca no es el vagón silencio de Renfe (a menudo ni el vagón silencio es el vagón silencio) así que alborotar en una discoteca es alborotar mucho. No defiendo que se le arranquen las orejas a los clientes alborotadores pero no entiendo que la gente alborote tanto ni, sobre todo, que no deje de alborotar cuando un hombre grande como una montaña te pide que dejes de alborotar. Tampoco que no te vayas cuando te dicen que te vayas. Otro español, también de 23 años, ha sido detenido en Estados Unidos por alborotar en un partido de la NBA. Había bebido y no paraba de gritar y de proferir insultos, por lo que otros espectadores llamaron a la policía. Le pidieron que se fuera pero no se quería ir, forcejeó con ellos y se lo llevaron detenido. Se enfrenta a una pena de diez años de cárcel. Jugaban los Chicago Bulls y los Miami Heat, en Miami. El partido lo ganaron los Chicago Bulls con una gran segunda parte. El Unicaja le ganó al Real Madrid con un triple en el último segundo de la prórroga y no hubo que detener a nadie.
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En el pueblo gaditano de Paterna un guardia civil en pijama detuvo a dos hombres que estaban robando en un bar. Lo avisó un vecino y, aunque sólo tenía una esposa (sí, grilletes) pudo atar a los dos a una verja hasta que llegaron refuerzos, ya vestidos. Dice que estaba en su casa y habría necesitado veinte minutos para ponerse el uniforme. Sin duda es un héroe, pero un héroe que tarda mucho en vestirse. Desde luego es mejor no vestirse que vestirse a medias, con pantalón de pijama y la guerrera, por ejemplo. La imagen es importante. Me alegro por él y por el dueño del bar. Entre Cádiz y Málaga la Guardia Civil ha detenido a catorce integrantes de un grupo de la Camorra italiana. Operaban cerca de Roma, concretamente en Ostia y, claro, eran muy agresivos. De los catorce, trece han entrado en prisión. Hay que tener suerte hasta para ser mafioso. Se dedicaban a robar droga a otros narcotraficantes, a los que algunas veces torturaban. Robar a un ladrón supone cien años de perdón, pero creo que si los torturas ya no. Es difícil acabar con los narcos cuando hay no narcos que compran lo que los narcos venden. Si tuviera que elegir preferiría que me arrancasen un trozo de oreja a estar diez años en una cárcel de Estados Unidos. Lo ideal es alborotar poco por si acaso.
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