Un corazón que vuelve a latir
JUAN GÓMEZ-JURADO
Sábado, 3 de junio 2017, 10:02
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JUAN GÓMEZ-JURADO
Sábado, 3 de junio 2017, 10:02
En 2012, Levi Schulz murió en un accidente. Era un adolescente que vivía en Dakota del Norte, al que todo el mundo apreciaba. Le gustaban los deportes, los refrescos y el color rojo. Le encantaba jugar a videojuegos con sus amigos en línea. Trabajaba en una gran superficie. Estos datos, por sí mismos, no son nada. Una reseña de una vida que comienza, apuntes breves que no significan nada. Letras en esta hoja de papel que está usted leyendo. Cuando se sacó el carnet de conducir, Levi Schulz llevó los impresos a su casa y los rellenó junto a su madre sobre la encimera de la cocina. Al llegar a la casilla que ponía ¿Quiere usted ser donante de órganos en caso de fallecimiento?, el joven se volvió a su madre y le preguntó qué era aquello. La madre se lo explicó en detalle, dejándole claro que era una decisión que le correspondía completamente a él. «Se inclinó sobre la encimera y me dijo: Madre, ¿quién no querría mi molonidad? Marca la casilla del sí», contó la madre a una tele local. El 7 de diciembre, con tan solo 18 años, la camioneta con la que Levi volvía a casa sufrió un pinchazo. Cuando el joven se bajó a comprobar las ruedas, otro coche que no le vio se lo llevó por delante. Y el corazón de Levi se paró durante tres días. Setenta horas después, a 600 kilómetros de distancia, los cirujanos extrajeron de una caja de plástico repleta de hielos el corazón de Levi y lo insertaron en la caja torácica de Terry Hooper, un hombre de 60 años que sufría una cardiopatía severa y al que le quedaban muy pocos meses de vida. Tras una operación exitosa, el músculo del joven volvió a latir en un pecho ajeno.
En las últimas horas se ha hecho viral un vídeo en el que la madre de Levi y el señor Hooper se encontraban y ella, gracias a un fonendoscopio, volvía a escuchar el corazón que ella había llevado en su interior, al que había dado vida, dando vida a su vez. La madre llora, con razón. Está agradecida de que la muerte de su hijo haya tenido un mínimo de sentido, de utilidad. Un mínimo para ella, un máximo para otros. Y todo sucedió por el acto valiente y generoso de un adolescente que sabía que marcar una casilla en un formulario podría tener trascendencia y utilidad. Los médicos están en contra de que los trasplantados y las familias de los donantes se conozcan, porque suele ser duro para todos, especialmente para el trasplantado, que tiene que superar lo físico y también lo psicológico. Lleva muchos años asumir tu condición. Pero aun así, que actos como este, basados en la emoción se hagan virales, quizás sirvan para que más gente salve vidas. Tan simple como marcar una casilla.
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