EL ALFÉIZAR

El polvo del camino

Rafael J. Pérez

Lunes, 22 de mayo 2017, 08:18

Las hermandades rocieras de la diócesis de Málaga ya preparan su peregrinación para ir a ver a la Virgen del Rocío. Se intuye ilusión y ... devoción en las celebraciones previas que anteceden al camino y la peregrinación a la aldea almonteña. En diversas localidades malagueñas y la misma Málaga se vive la devoción a la Blanca Paloma. Algo que para muchos es inexplicable, sobre todo si no se ha pisado el santuario. Para otros directamente una devoción vacía alimentada solo por una fiesta pagana aderezada de elementos religiosos. Para otros un total contrasentido cristiano porque el Rocío puede llegar a costar mucha pasta. Para otros una ocasión para el descanso, el encuentro o la fiesta.

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Ahora bien, a tenor de los testimonios y las experiencias de fe algo tendrá el Rocío cuando lo bendicen. Y cuando a lo largo de la historia millones de almas se han dado cita en torno a la devoción a María Santísima del Rocío. La experiencia de Dios que se puede llegar a vivir allí, la experiencia mariana que se puede llegar a transmitir y la experiencia cristiana que puede llegarse a compartir no se debe ni puede zanjar con cuatro comentarios.

Rocieros y peregrinos desde los más diversos puntos de la geografía se darán cita en unos días en las marismas almonteñas para cultivar la devoción mariana a la imagen bendita de Nuestra Señora del Rocío.

La vibrante y sincera devoción que los rocieros pueden llegar a experimentar ante la imagen sagrada de la Madre de Dios, por muchos elementos paganos o de dudosa coherencia que pudieran confluir, no puede quedar en duda. Quizá olvidó quien critica al Rocío que Dios se confunde con la vida y que el cristianismo no es la religión de los puros. Ya San Juan Pablo II alentó a dar testimonio de los valores cristianos en la sociedad andaluza y española. Todo un reto a tenor de la heterogeneidad de perfiles que se dan cita en el santuario almonteño. En este sentido hay que recordar a tiempo y destiempo que la devoción a la Virgen representa una vivencia clave en la religiosidad popular y al mismo tiempo constituye una compleja realidad socio-cultural y religiosa. Pero en las raíces profundas de este fenómeno, como recordaba el santo polaco, aparecen los auténticos valores espirituales de la fe en Dios aunque se le haya acumulado polvo del camino que es necesario purificar.

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