Fetichismo cofrade
Rafael J. Pérez
Lunes, 3 de abril 2017, 08:49
Secciones
Servicios
Destacamos
Rafael J. Pérez
Lunes, 3 de abril 2017, 08:49
Como culto idolátrico. Así es como refiere el diccionario de la RAE el fetichismo en una de sus acepciones. Al fetiche, lo describe como objeto de culto al que se le atribuye poderes sobrenaturales. Estas definiciones ayudan a comprender que las cofradías no idolatran las imágenes. Y si algún piadoso cofrade lo hiciera, mal hecho. El cofrade las venera. Que es distinto. El tipo de religiosidad que expresa el mundo de las hermandades se sitúa en un orden completamente diferente al referido de lo que podríamos definir como fetichismo cofrade: no se idolatra una talla referida a Cristo o María. De hecho, la idolatría está denunciada como contraria a la fe en el Antiguo Testamento. Tampoco se le atribuyen poderes sobrenaturales a una obra de arte. El culto tributado a los sagrados titulares de las hermandades y cofradías habría que situarlo más bien en el ámbito de la hierofanía. Es decir, de la mediación. Del objeto, en este caso referido al culto, a través del cual se manifiesta lo sagrado. Y se trasciende. Puestas así las cosas quien se agarre a una imagen sin trascender a ella se situaría en una senda que dista del sentido profundo que pretenden manifestar éstas en la tradición católica. Como también quien solo se quede en ellas sin referencia a la vida. Sin encuadernarla en piel humana.
Francisco Javier Jurado, Coco, ha pronunciado un espléndido pregón. Impregnado de fe, vida y referido a las hondas tradiciones cofrades malacitanas. Y ha sabido vincular de manera precisa y preciosa la referencia al culto público de los sagrados titulares exigiendo cuidar la identidad cofrade malagueña y que ésta remita a la vida. Social, cultural y políticamente hablando. Como cofrades. Sin remilgos.
Es lo que otros pregones salpicados por la geografía diocesana malagueña Velez Málaga, Torremolinos, Nerja. han expresado: la profunda vinculación entre fe y vida. El cofrade puede llegar a dar un testimonio de la vivencia cristiana manifestando a través del culto público a los sagrados titulares y de las obras de caridad el rostro del amor. Para ello es necesario experiencia de Dios. Hay pregones que exhiben músculo únicamente desde una experiencia anecdótica de la vida del pregonero. Y nada más lejos: el pregón debe anunciar lo que está por venir. Incluida, no obstante, si fuese necesario, la experiencia de fe de quien pregona. Porque el amor hunde sus raíces en corazones, historias y rostros concretos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.