Lluvia manipulada

FELIPE BENÍTEZ REYES

Sábado, 24 de diciembre 2016, 09:52

Uno de los grandes defectos de la realidad común es su habilidad para disgregarse en realidades particulares, y de ahí suelen venir los grandes líos. ... Por ejemplo: los científicos atmosféricos niegan tajantemente la manipulación climática por parte de nuestros gobernantes, en tanto que existen asociaciones que denuncian un programa interestatal secreto, a escala planetaria, no sólo para llevar a cabo dicha manipulación, sino también para fumigar a la población desprevenida con productos químicos como el bario o el estroncio, que no sabe uno qué serán ni qué efecto tendrán sobre nuestro organismo, pero que suenan a cosa imponente y peligrosa, sobre todo si cayeran en manos de sociópatas del tipo Fu Manchú.

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El domingo pasado, una de esas asociaciones convocó una manifestación en Almería para denunciar el 'sistema quitalluvia' que, según parece, unos políticos especialmente malvados aplican a aquella provincia para beneficiar los cultivos (¿?) y el turismo. La convocatoria tuvo poco éxito por culpa de las lluvias pavorosas que padecía en aquellas jornadas la región, de ahí que los convocantes llegaran a la conclusión científica de que los manipuladores climáticos habían boicoteado la protesta con aquellas lluvias torrenciales, a la manera en que se hacían las cosas en los tiempos que narra el Antiguo Testamento: a lo grande. Se ve que al operario encargado de la manipulación pluvial se le fue la mano con el potenciómetro que regula allí las precipitaciones.

La mente humana disfruta del ansia natural de conocer la verdad, aunque lo malo suele ser que la encuentre. Si das por cierto que nuestros gobernantes han acordado, en una reunión clandestina, que en Almería no debe caer ni una gota, a ver quién te saca de ahí. Si convocas una manifestación para protestar de que en Almería no llueve nunca y se da el caso cómico de que ese día está diluviando, ya sabes: afianza tu verdad a través de la paradoja. Más allá de un posible encono hacia los vendedores de paraguas, no alcanza uno a comprender el motivo por el que nuestros gobernantes no quieren que llueva en Almería y alrededores, pero seguro que sus razones tendrán, pues no existe político que dé puntada sin hilo. En cuanto a los denunciantes de la manipulación climática, y aprovechando que el asunto afecta a aquel Far West artificial, me atrevería a darles un consejo: contratar a una tribu apache para que haga cada mañana la danza de la lluvia. Porque a grandes males, en fin, grandes remedios.

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