CARTA DEL DIRECTOR

La ruleta del PP

Manuel Castillo

Domingo, 1 de mayo 2016, 10:14

Resulta llamativa la situación en la que se encuentra el Partido Popular de Málaga para nombrar al número uno de su lista al Congreso de ... los Diputados para el próximo 26J. La espantada de José María García Urbano, alcalde de Estepona y hasta hace nada mirlo blanco popular, ha dejado un hueco que le costó mucho abrir al PP de Málaga y que ahora, paradójicamente, también le va a costar cerrar. García Urbano ha tenido una efímera carrera fulgurante en la política nacional en la que ni él ni su entorno han sabido gestionar bien ni los tiempos ni sus capacidades. Se queda en Estepona como alcalde y en Huelva como registrador de la propiedad, pero se queda sin secretaría de Estado o ministerio, que aparentemente eran sus legítimas aspiraciones. O sueños.

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Tanto Elías Bendodo, presidente del PP de Málaga, como Juanma Moreno, presidente en Andalucía, se apoyaron en él para representar la renovación frente a la anterior número uno, la incombustible Celia Villalobos, y ahora lo que parecía un proyecto sólido, jaleado por loas sorprendentes, queda en un castillo de naipes a merced de una ventolera. Villalobos se las gasta sin condescendencia y consiguió en Madrid lo que no le daban en Málaga, lo que demuestra que allí, en Génova y en Moncloa, Rajoy tiene favores que devolver. Y Villalobos, lista y marrullera como un defensa central de los 80, dice autodescartarse como número uno antes o después, depende de la versión, de que la 'autodescartasen' por segunda vez entre plato y plato en el Godoy.

Una vez descartado un golpe de efecto y la enorme dificultad -económica y social- de que un independiente con prestigio y solvencia esté dispuesto a saltar a la selva política, Bendodo trata de poner nombre al número uno de la lista, para el que ya se han caído la senadora María Ángeles Muñoz y el alcalde de Antequera, Manuel Barón, con esas declaraciones que suenan a minuto de gloria antes de entrar en una carrera en la que tenían poco sitio. Muñoz es consciente de que no va a encontrar lugar más cómodo que el Senado y que una campaña al Congreso le obligaría bajar a la pelea callejera en la que tendría mucho más que perder que ganar. Y Barón es otro de esos ejemplos de que uno se puede creer, y hasta ser, un artista del balón, pero no es lo mismo jugar en El Maulí que en el Bernabéu. Es verdad que hay una larga lista de alcaldes y exalcaldes venidos a menos que estarían encantados con ese puesto, pero el PP se la juega y sería un riesgo nombrar a alguien porque no hay otro. U otra.

Y de esta poda surge el nombre Carolina España, que parte con la garantía de que es de la casa, bien conectada en Madrid, trato directo con Villalobos y la garantía para Bendodo de que no es aficionada a enredar aquí y allá. Quizá ese perfil pueda convertirse al mismo tiempo en un inconveniente porque necesitaría creerse su nuevo papel protagonista frente a los habituales de actriz de reparto. Lo cierto es que, visto lo visto en la pasada campaña, las Generales son unas elecciones de líderes nacionales y las listas provinciales juegan poco o nada a la hora de inclinar el voto. Este hecho es el que defienden, precisamente, los que apuestan por un paracaidista llegado de alguna secretaría de Estado o dirección general, con aquello de que hay veces que hasta vale una cabra como cabeza de cartel. Sería una bofetada para Bendodo y Moreno Bonilla que se impusiera desde Madrid un paracaidista.

Claro que no hay tertulia, bien o mal intencionada, en la que no salgan los nombres del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y del propio Elías Bendodo. En el caso de Bendodo, el obstáculo es que las incompatibilidades le obligarían a dejar no sólo la presidencia de la Diputación sino la del propio partido. Y parece un coste demasiado alto ante las perspectivas, incluso, de que el PP ni siquiera Gobierne en España. El caso de De la Torre tendría un marcado carácter personal, porque significaría poner en marcha su retirada como alcalde a cambio de un escaño en el Congreso con el que podría cerrar el círculo de una carrera política democrática que comenzó, curiosamente, en las Cortes Constituyentes. Pero ya se sabe que lo más difícil del mundo es acertar en el momento del adiós. Y en la forma.

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