Parece que fue ayer, y sin embargo han pasado tres años y dos días de aquella afrenta que nos hicieron en Dortmund. Me lo recuerda ... el facebook, que sólo da malas nuevas. Abril el mes más cruel y tal. Abril que comenzaba con la ilusión de nuestro equipo en lo más alto, y una sensación de que por fin Europa fuera blanquiazul. Pero como de todos los sueños despertamos, sí, por culpa de la injusticia esa que todo español lleva pegada en las costuras últimas de su tuétano. Recuerden, con esa casi dulzura del tiempo pasado, que acongojamos a los reyes de Europa; que por todo el continente se hablaba de Málaga casi que como de un nuevo milagro español en 11 y en pantalones cortos. Aquel tiempo añadido, aquel gol ilegal en tiempo de descuento. Los televisores lloraban, pero nuestros ojos apenan llegaban a sacar lágrima alguna, rojos como los teníamos de rabia. Pero ese fue nuestro Málaga, el Málaga que campeó por Europa y al que siempre habremos de recordar cuando el estadio esté vacío, cuando por agosto nos vayan desmontando la escuadra. Los años pasan, digo; estos tres años han pasado como un suspiro, y sin embargo aún me quedo congelado con aquel Joaquín de no sé cuánta nueva vida, aquel Isco con el centro de gravedad bajo, cuando regateaba casi con el culo. Y Eliseu, y todo un equipo que brillaba con la épica de lo que pudo ser posible y quizá no fue por los dioses, que son tan volubles. Ya se sabe que los mitos en esto del fútbol se crean con la desgracia, con la muerte del ahogado en la orilla.
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Disculpen que les recuerde el tercer aniversario de aquel robo en Dortmund. Toda Europa lo vio, a toda Europa empezó, desde ese momento, a caérsele la venda sobre la UEFA y sobre el arbitraje, y sobre esas siglas de las que desconfiamos más que de Montoro.
Acuérdense del atraco en Dortmund igual que los americanos aún nos siguen recordando el 'Maine'. Tres años y dos días, arbitraba un escocés, Craig Thomson. Fuimos invencibles y topamos con la burocracia ladrona del silbato casero. No hubo otra. Mostramos al universo que el honor va a la Historia mucho antes que las finales.
Y pasarán así los años, volverán mieles, decepciones, incertidumbres, incluso glorias. Pero aquel momento seguirá clavado como un puñal alemán dentro del pecho malagueño. Ahora nos han dado el Premio Unión Europea al Patrimonio Cultural 2016 al Caminito del Rey; bien, me congratulo. Pero es que Europa también nos debe una Champions. Y tarde o temprano será nuestra. Por justicia, por Pellegrini, por las lágrimas de mi ciudad y de todo un país que volvió a sentir ese escozor de cuando aquel Mundial de Corea.
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