ANDALUCÍA EN EL DIECISÉIS

Una crisis de gobierno en puertas

Maria Dolores Tortosa

Domingo, 3 de abril 2016, 10:13

Los días que se avecinan no van a ser fáciles para Susana Díaz. Una vez conseguido el aplazamiento del congreso federal del PSOE, Díaz sigue ... dejando abierta la posibilidad de arrebatar a Sánchez su liderazgo si este no es presidente u obtiene otro mal resultado en unas hipotéticas elecciones el 26 de junio. Diga lo que diga, a la presidenta andaluza siempre se le va a interpretar en este contexto cualquier declaración. Salvo que tire la toalla, algo que no parece que vaya a hacer, le quedan ríos de tinta y horas de sonido o vídeo azuzando la rivalidad hasta que a finales de abril se despeje qué pasará, si habrá gobierno o si habrá elecciones. Y si hay estas, aún continuará el juego de la tensión hasta el 26 de junio.

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Una situación peligrosa para su imagen, sobre todo después de que la oposición, sobre todo Juanma Moreno, haya descubierto que metiendo cizaña en su oposición interna a Sánchez obtiene más rédito que denunciando los muchos problemas de los ciudadanos con una paralizada Junta, aunque esto último sea lo de verdad preocupante.

Moreno se ha empeñado en que los andaluces se figuren a su presidenta como alguien ambicioso sin escrúpulos solo porque quiera participar en la política nacional. Un reproche que no ha hecho a su amigo Núñez Feijóo que, como ella, por cierto, ha decidido, contra sus sentimientos, asumir resignado unas nuevas elecciones en Galicia cuando lo que a lo mejor le apetecía era dar el salto a Madrid y pugnar entre los candidatos a sustituir al deprimido Rajoy. Esta es la política: los míos son héroes, los de los demás, villanos.

Pero no son días malos para la presidenta solo por el cuidado que ha de gastar con su fama. Díaz tiene ante sus puertas un problema inesperado, una primera crisis de gobierno. No cabe pensar otra cosa si el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) decide abrir una investigación por la vía penal contra el consejero de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez de Arellano, tal como pide la Fiscalía andaluza. Según las reglas de Susana Díaz hasta ahora, si el consejero es imputado o investigado, como se debe decir ahora, no tendrá más remedio que dimitir, aunque el asunto no vaya con su gestión en la Junta, sino de su etapa de vicerrector en la Universidad de Sevilla. Díaz y también Arellano esperan que el TSJA dé carpetazo a la denuncia penal sin abrir diligencias y que devuelva el asunto a la vía de lo contencioso administrativo, donde estaba antes. Pero parece complicado una vez leído el contundente escrito del fiscal jefe del TSJA, que observa prevaricación, es decir, decisión injusta, en la adjudicación de un proyecto de una obra de la universidad.

Será una pena no sólo para Arellano, sino también para el Gobierno de la Junta. Arellano es un intelectual, un hombre culto, algo que escasea en la política en los últimos tiempos. El que fuera rector de la Universidad de Sevilla constituyó uno de los fichajes de independientes de Díaz para su gobierno hace casi diez meses. El otro fue Adelaida de la Calle, la exrrectora de la Universidad de Málaga.

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Susana Díaz fijó desde su primera investidura que no habrá ningún investigado judicial en su gobierno. Ciudadanos, partido que le sostiene en el Parlamento, le ha recordado esta semana que tendrá que prescindir de Arellano si es investigado. Lo sorprendente es que también el PP lo ha pedido incluso antes de que el TSJA se pronuncie. Ayer ví a la exalcaldesa de Jerez María José García Pelayo, investigada por el Supremo, tan a sus anchas en el foro del PP en Sevilla que arropó a Rajoy. Sigue siendo senadora de este partido, lo mismo que Rita Barberá. Y seguirán hasta el juicio final.

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