Da cierto pudor pedir. Pero cuando es por buena causa es recomendable solicitar a la salud de los chismosos. Los hombres buenos son patrimonio de ... toda la ciudadanía. Nos corresponden a todos. Y conviene que no se pierda su memoria en las cloacas de la historia. La socialista malagueña María Gámez solicitaba un mejor reconocimiento para el pintor José Denis Belgrano (1844-1917). Posee calle y colegio en Málaga. Pero no tiene siquiera una lápida que lo recuerde en el cementerio de San Miguel. No hay una sola mención, como se recuerda desde SUR, a que sus restos descansan allí. Otro que corre la misma suerte es el arquitecto Jerónimo Cuervo (1838-1898) o el periodista, cronista y archivero Narciso Díaz de Escovar (1860-1935) o el político Pedro Gómez Chaix... Son solo algunos ejemplos. Toda una falta de sensibilidad a la memoria de quienes han hecho grande Málaga y sus gentes.
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Con el paso del tiempo y al ritmo que vamos tampoco otra personalidad malagueña, de la que el miércoles se celebra un año de su fallecimiento, va a ser recordada por la ciudadanía. Al menos en sus calles. Aunque siempre se esté a tiempo de evitar el olvido en lo que al callejero se refiere. Enterrado en la capilla de la Encarnación de la Catedral de Málaga quien fuera obispo de la diócesis malacitana, Antonio Dorado Soto (1931-2015) no cuenta en la capital con una calle o plaza. Cuando el callejero malagueño por tener tiene hasta una calle dedicada al mismísimo diablo: Mefistófeles. El que fuese calificado como «el obispo de la renovación» vivió en Málaga desde 1993 hasta el final de sus días. Más allá de las simpatías que la figura de un obispo pueda despertar, este toledano ha sido reconocido por creyentes y no creyentes. Y lo ha sido tanto por su tarea evangelizadora como social. Sin ir muy lejos, impulsó el Hogar Pozo Dulce para personas sin hogar y ofreció su apoyo a inmigrantes, trabajadores o marginados. Casos estos que delatan su altísima sensibilidad social. Y valía como cristiano. Gracias a su actitud inteligente, conciliadora y cercana fue querido por mucha gente. Fue un buen pastor que amó a su diócesis. Obispo postconciliar, de mirada amplia y corazón grande fue querido por millares de malagueños y malagueñas. Algo de lo que aún no se ha hecho eco la ciudad del Paraíso al menos con una calle en su memoria.
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