Málaga, rehén de Limasa

La ciudad ha vuelto a estar secuestrada esta semana por los problemas de Limasa. Ha sido utilizada como esos rehenes tan cinematográficos que se ven ... envueltos en un follón sin comerlo ni beberlo. Por seguir el guión, ha habido hasta un vídeo del alcalde youtuber de Málaga, en el que se parecía a esos policías duros que daban 24 horas para liberar la ciudad. Como ocurre en los filmes, los secuestradores no le han hecho ni puñetero caso y la oferta que expiraba en un día sigue estando más que vigente. Películas aparte, en este conflicto hay que partir de la base de que los trabajadores tienen razón. El cabreo que se puede sentir como ciudadano ante el lamentable aspecto que presenta la capital no puede nublar una realidad: hay una sentencia reciente que resuelve que el convenio en vigor es el de 2010-2012. Un convenio que se firmó por las dos partes cuando ambas tenían plena capacidad de obrar, o sea, que nadie obligó a los trabajadores y a la empresa acordar lo que acordaron. Y en el mismo se recogen todas las medidas que reivindican los empleados y que quedaron en suspenso por un pacto temporal que ya ha expirado. Está tan claro como que el Ayuntamiento de Málaga ha recurrido este varapalo judicial. A los empleados se les debe reconocer que son flexibles y que están resueltos a demorar alguna de las medidas que no quiere implantar el Ayuntamiento, como es el caso de la paga de productividad, pues están dispuestos a cobrar este año la mitad de lo estipulado en el convenio. Ahora bien, lo que se les puede recriminar a los trabajadores de Limasa es que sean de gatillo fácil. Recurren a la huelga, que debe ser el último cartucho, a las primeras de cambio. No es Limasa la primera empresa, ni será la última, en la que se han suspendido la aplicación de los convenios por los efectos de la crisis y después las dos partes se sientan a negociar para ver cómo queda la relación laboral. El caso de la empresa de limpieza malagueña debería ser estudiado, pues es realmente curioso. Será difícil encontrar algo parecido. ¡Se han desarrollado tres huelgas en una compañía en la que no se han producido nunca despidos ni los trabajadores han dejado de percibir sus sueldos! Sin contar las numerosas desconvocatorias in extremis por la claudicación del Ayuntamiento. Se ve que le sacan rentabilidad a esta medida. Quizá sea porque aunque pueda parecer que les resulte muy gravosa para sus bolsillos (hasta cien euros netos por día, según apunta el alcalde de Málaga), al final no es así. Y es que una vez que se soluciona el conflicto, la empresa dobla turnos, con lo que esas horas extraordinarias compensan las pérdidas por las jornadas de huelga. ¿Quién dudaría en hacer el papel de secuestrador con esa final de película para los trabajadores? Está claro que el actual sistema de Limasa hay que cambiarlo. Se habla de municipalizarla, aunque con los antecedentes es fácil pensar que estas situaciones se repetirían con más asiduidad. Quizá lo más lógico es ir a un sistema de privatización total, en el que la empresa tuviera la obligación de mantener limpia la ciudad con independencia de sus hipotéticos problemas laborales. Al menos se evitaría que la ciudad, con su alcalde incluido, desempeñara el siempre injusto papel de rehén en este tipo de conflictos.