EL ALFÉIZAR

Hay vida tras el puente

Rafael J. Pérez

Martes, 3 de noviembre 2015, 12:39

Acabóse el puente. Un puente donde cupo de todo. Temporal incluido. Unos se disfrazaron para burlar la muerte. Otros rezaron por sus difuntos. Otros contemplaron ... la vida de los santos. La fiesta del pueblo se fusionó. Divina y humanamente. Religiosa y paganamente.

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La solemnidad de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos remitieron al misterio de la vida y la muerte. Una muerte que en el ridículo Halloween encontró un frívolo motivo de diversión.

La muerte para unos es trance. Para otros, el final. Para todos, inevitable. ¿Qué hay después de la muerte? Nadie ha vuelto del más allá para contarlo. Salvo Jesús de Nazaret. Eso afirma el credo cristiano. Tras haber sido asesinado antes de las 72 horas, cuenta la Sagrada Escritura que Cristo se presentó a sus amigos y les preguntó por qué surgían dudas en su interior. A tenor del texto y la tradición podemos afirmar que los amigos y amigas de Jesús tuvieron una experiencia de Cristo vivo cualitativamente diferente a cómo la pueden disfrutar hoy los cristianos.

Quienes han celebrado a los santos durante este puente o han rezado por sus difuntos creen en la vida eterna. Como inevitablemente terminaron por creer los discípulos del Nazareno. El cristianismo cree en la vida eterna. Esta fe la fundamenta en la resurrección de Cristo. Y eso se cree o no. Aunque motivos no falten para afirmar que Cristo resucitó y que hay vida después de la muerte. Llama la atención que tantos cristianos, empezando por los apóstoles, dieran su vida si no hubiesen creído que Jesús estaba vivo después de ser asesinado. Llama la atención que los discípulos aparezcan asustados y escondidos para más tarde lanzarse a anunciar que Jesús había resucitado. A riesgo de jugarse la vida. Llama la atención la coherencia entre lo que Jesús anunció y vivió.

Ahora bien, si hacemos un legítimo ejercicio de duda cabe preguntase si realmente resucitó. La duda es necesaria para vivir. La duda inteligente es fuente de verdad pura. Hay quienes andan limosneando verdades que les eviten dudar. A fuerza de no dudar en serio se convierten en cadáveres de certezas de otros. Vale la pena sufrir dudas, casi hasta la agonía, con tal de descubrir verdaderas verdades. Es quizá lo que ocurra cuando alquien se plantee la resurrección de Jesús. Y por extensión la propia. Quizá concluyamos que estamos ante un acontecimiento único e irrepetible que ha dado sentido al puente.

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