A quien le guste disfrazarse encuentra un buen aliado en el Halloween que se nos viene encima dentro de unos días. Aunque quien se disfrace ... de zombi igual teme a la muerte. O quien tiene miedos, vaya usted a saber a qué o a quién, resulta que se divierta. Quizá sin caer en la cuenta que en la fiesta nada hay gratuito. Y que un disfraz o una celebración esconden una intencionalidad. Y tú, sin disfraz. Con lo que tienes de fondo de armario podrías hacerte uno rápidamente.
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Halloween no escapa ni al comercio ni al ingenuo que se deja seducir por una fiesta compartida cada día por más gente. Es cita obligada en los parques temáticos. Ridícula o divertida. Según como se mire. Pero con significación se vea o no. Una fiesta que pasará factura a una sociedad poco estimulada para celebrar las verdades que nos hacen más humanos. Halloween no saldrá barato. Basta acercarse a la cultura celta y descubrir sus conexiones con el mal. ¿Qué aporta a la sociedad del siglo XXI esta propuesta para el calendario? Dinero a algunos, risas a otros y el retorno a un antiguo y caduco paganismo.
Halloween deriva de All Hallows' Evening. Al castellano 'Víspera de Todos los Santos'. El cristianismo tuvo desde su origen un enorme poder de absorción de las fiestas paganas que renovaba para después celebrar en qué creía. Con el paso del tiempo esas costumbres se aceptaron hasta el punto que nadie recuerda el origen. Es el caso de la víspera que nos ocupa dentro de unos días.
Se aleja de la tradición católica la actitud defensiva ante el mundo. Tener un corazón creyente es tener mente abierta. Ser receptivos a la novedad. A todo lo que ayuda a alcanzar la verdad. Por eso hay quien anima a aprovechar esta macabra fiesta instalada e importada para hablar del sentido de la vida y la muerte. También de lo que viene después. De las olvidadas postrimerías del hombre. Vivir un tiempo nuevo es posible si se emplean estos días para conocer la vida de quienes fueron ejemplo de vida: los santos; rezar por los difuntos o recordar que la muerte no es el final. ¿Por qué rechazar tradiciones si podemos darle la vuelta como a un calcetín y pueden ayudar a difundir la verdad? Es arriesgado. Pero la historia demuestra que es posible. No inventamos nada.
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