Citizenfour: todos estamos en peligro
Txema Martín
Viernes, 3 de abril 2015, 12:29
El cine Albéniz, que ofrece esta semana una hornada de películas verdaderamente imprescindibles, proyecta estos días uno de los mejores thrillers de este año que, ... como viene ocurriendo últimamente, no es una película de ficción, sino un documental que muestra una realidad pura y dura. La historia comienza con los primeros correos electrónicos que la autora Laura Poitras comienza a recibir en su cuenta personal. Estos mensajes estaban firmados alguien que afirmaba disponer de información sobre una serie de programas ilegales de vigilancia dirigidos por la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana, en colaboración con otras agencias internacionales. El documental, grabado en riguroso tiempo real, muestra los primeros encuentros clandestinos entre Edward Snowden y la propia autora, junto con los periodistas que destaparon el escándalo. Un trabajo no exento de represalias, por supuesto sobre Snowden, que se encuentra actualmente en Rusia gracias a un asilo temporal (qué ironía), acusado por el gobierno norteamericano de graves delitos. Pero también para la propia autora del documental, premiado en los Oscar de este año, que ha sido detenida varias decenas de veces. Citizenfour es una lección magistral de periodismo. A medida que avanza la película sentimos desconfianza respecto al control de nuestras comunicaciones, pero a la vez recuperamos la fe en los medios de comunicación o, mejor dicho, en los grandes periodistas que todavía hoy siguen ejerciendo su trabajo, a veces contra la tiranía del poder.
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El documental también tiene algún momentos cómico, sobre todo a la hora de mostrar el excéntrico ambiente de paranoia de los propios protagonistas en un hotel de Hong Kong. Pero, en el fondo, las cosas que en él se cuentan no hacen sino confirmar lo que cualquier usuario medio de Internet y de otras tecnologías de la comunicación podría sospechar desde hace años: estamos bajo vigilancia. Lo que quizá no sabíamos es que, desde el 11-S, esa vigilancia se extiende a millones de ciudadanos que no están, en ningún caso, bajo la sospecha del terrorismo. No es una cuestión de colocar el derecho a la privacidad frente a la seguridad, sino que se está engendrando un volumen masivo de información sobre nosotros cuya finalidad desconocemos en potencia. Nuestras búsquedas en Google, los movimientos de las tarjetas, correos electrónicos, mensajes de texto y otros datos de naturaleza electrónica están siendo almacenados por los gobiernos de forma masiva e indiscriminada, algo para Snowden conforma 'la mayor arma de opresión en la historia de la humanidad'. Una bomba atómica de millones de terabytes de cuyo uso potencial desconocemos. Aunque Internet parecía al principio un medio incontrolable, hoy en día resulta difícil comunicarse con alguien sin tener la seguridad de que estamos siendo grabados de alguna manera y eso supone una definitiva abolición de la privacidad, que el documental cuenta de una manera extraordinaria.
Pasolini: una vida violenta
Otra de las grandes películas que recalan en la cartelera del Albéniz es, en realidad, una pequeña muestra de la personalidad de Pier Paolo Pasolini, una de las personalidades más radicales del siglo XX. Su director, Abel Ferrara, cuya última película sobre el exdirector del FMI se encuentra por cierto embargada en los Estados Unidos por orden judicial, relata los últimos días del cineasta, momento en el que daba los últimos retoques de su último film, Saló o los 120 días de Sodoma; desde sus últimas entrevistas hasta el momento de su asesinato en la playa italiana de Ostia. En realidad, la película no aclara demasiado acerca de lo que está considerado por muchos como un 'crimen de estado', pero sí sirve para reivindicar la extraordinaria figura de Pasolini no ya como un mero director de películas, sino como un pensador inteligente y lúcido, como un artista total y artífice de un pensamiento que también queda reflejado en su obra escrita, poesía y ensayo sobre todo. Una facción poco conocida de Pasolini pero que, junto a su cine, le vuelve a revelar como un verdadero 'artista total', lúcido y profundo, hasta que murió, como dice su autopsia, con el corazón estallado.
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