Darse un paseo por las zonas de bares de Málaga depara sorpresas. Irse de ruta por los bares de moda de nuestra ciudad enseña cosas. ... Se descubren. A poco que se tenga cierta sensibilidad. No es necesario tomar alcohol o regresar tarde a casa. Basta entablar algo de conversación con quien te atiende. A poco que conozcas algo de su vida descubres que un número considerable son jóvenes perfectamente preparados. Profesionales universitarios que sirven copas. Algunos por cinco euros la hora. Y contratados de aquella manera. Son personas con educación y formación. Son los que quedan. Otros ya huyeron de este país. Quienes permanecen los encuentras a puñados detrás de las barras de los bares, discos y pubs. Y no para terminarse sus estudios. Sino para ganarse como pueden la vida: son psicólogos, periodistas o criminólogos. Da igual. Son chicos y chicas a los que les falta un trabajo digno acorde a su preparación. Que se indignan porque saben que cuando alguien sale de prisión gana en torno a 400 euros al mes durante un periodo de tiempo. Para facilitar su inserción, sí. Pero ellos que han gastado parte de su vida honestamente en estudiar y prepararse para servir a la sociedad apenas doblan esta cifra. Como nos descuidemos, la economía española cumplirá una década completa con el desempleo por encima del 20%. Los más afectados seguirán siendo los jóvenes. Algo estamos haciendo mal. Porque además del desempleo los trabajos no son los adecuados. Si nuestros jóvenes huyen de España, otros agarran un mísero trabajo y otros malviven con una preparación extrema, es que algo se está haciendo pésimamente. ¿Qué futuro espera?
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Lo de la 'lost generation' no es sólo un recurso estilístico. Es una frase que engloba a jóvenes parados. Y a jóvenes trabajadores con preparación académica que están siendo explotados o infrautilizados en lo que a sus capacidades se refiere. Sorprende desagradablemente cuando alguien trata con desprecio a chicos o chicas que se agarran a cualquier chaleco salvavidas en materia de desempleo. No es la solución. Como tampoco lo es la economía sumergida. Ni los colchones familiares. Urgen medidas laborales que permitan colocar a nuestros jóvenes donde se merecen. Con un sueldo digno a la altura de su preparación. Va siendo hora de subirles los sueldos. De darles trabajo de lo suyo. De olvidar la frase es lo que hay y exigir lo que debe ser.
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