Málaga, de moda o demodé
El alcalde y la oposición ofrecen una visión contradictoria de la capital en un debate preelecotral. | El Plan Andaluz de Alquiler, un ridículo difícil de superar
Javier Recio
Domingo, 14 de diciembre 2014, 10:32
No se sabe si el del viernes fue el último debate sobre el estado de la ciudad con De la Torre como alcalde, dado que ... hay elecciones el próximo mes de mayo. Y todos los protagonistas eran conscientes de este aspecto. Actuaron en clave electoral. Lógicamente, la visión de Málaga variaba según la contara el regidor, María Gámez o Eduardo Zorrilla. El primer edil, que a lo mejor quería doblegar a sus adversarios por agotamiento al estar hablando una hora y veinte minutos en su discurso inicial, fue fiel a su estilo de desgranar su trabajo al frente de La Casona. Y es verdad que no se puede negar que Málaga tiene una estrategia. Tiene un plan. Sabe adónde va. Otra cosa es que sea la dirección correcta.
La cultura es el eje vertebrador de la capital, junto a su vocación como ciudad tecnológica, del conocimiento. Sin embargo, donde De la Torre se siente más cómodo es vendiendo su oferta cultural, entre otras cosas porque tiene poco que mostrar a nivel tecnológico, donde se sigue viendo demasiado humo. En más, llegó a decir que había que esperar para encontrar mejores resultados, pese a que más de uno haya perdido ya la paciencia. Y con razón. Se despachó a gusto con el tema cultural. Y era lo normal, porque pocos alcaldes españoles pueden sacar pecho con un proyecto como el del Pompidou. Contra eso es difícil que pueda luchar la oposición. Que la ciudad esté en boca del presidente de Francia como ejemplo es un punto. Un puntazo. El alcalde ha dado la campanada con esta sede para el cubo, que corría el riesgo de formar parte del museo de los grandes edificios sin uso de Málaga, como el Astoria, al que no hizo mención en su discurso.
Se le debió de pasar, y es raro, porque habló hasta del teatro en las azoteas. Sí se acordó de Tabacalera, sobre el que padece un sentimiento más que justificado de horror vacui. Quizá por eso lo vaya a llenar, por no decir rellenar, con el Museo de Arte Ruso de San Petersburgo, una pinacoteca desconocida para el gran público, que sorprendentemente le costará a las arcas municipales más dinero que el Pompidou, porque se esperan menos ingresos por visitas. El edificio de Huelin está muy alejado del circuito cultural de la ciudad. Ya hay un ejemplo de fracaso en sus instalaciones. El Museo del Automóvil parece uno de esos cementerios de coches que había antes en el extrarradio de las ciudades, donde se apilaban los vehículos ante la indiferencia de la gente. Y es una pena, porque la colección es simplemente espectacular. Este museo en el puerto sería un bombazo.
Pero el alcalde es contumaz en este sentido al querer dotar Tabacalera con unos equipamientos culturales que no dan el resultado esperado, por muy loable que sea querer convertir Huelin en un barrio con un importante polo cultural. Zorrilla, de IU, le buscó las cosquillas al primer edil por este flanco, al acusarlo de querer coleccionar museos a toda costa, o más bien, o todo coste. De la Torre sí ofreció un proyecto nuevo: hacer una zona franca en Campanillas. No suena mal, aunque es una iniciativa a muy largo plazo. Por no haber, no hay ni vías del tren para llevar las mercancías. Además, las zonas francas tienen su razón de ser sí hay grandes industrias o una gran factoría en su alrededor. Y por desgracia Málaga, que tuvo un gran pasado industrial, no vislumbra en su horizonte una gran fábrica que necesite de este tipo de áreas logísticas. María Gámez quiso meterle el dedo en el ojo al alcalde aprovechando la sensación de corrupción generalizada que hay en el país. Pero no lo consiguió.
El alcalde puede tener otras faltas, pero no esa. Por ahí no encontró el resultado deseado. Es más, De la Torre se recreó al decir que era ejemplar. Que no había otro como él. Tampoco es eso. No hay que sacar pecho por hacer lo que hay que hacer. No ser un delincuente es lo normal. La dirigente socialista, que aspira a abrir el próximo año el debate del estado de la ciudad, ahondó en la idea de que Málaga se ha convertido en una ciudad visitable, pero no habitable, donde los barrios están abandonados. Es cierto que el regidor apenas dedicó cuatro líneas a cada distrito en su maratoniano discurso, quizá porque no tenía mucho que vender de los mismos. Sí se centró en apuntar que Málaga es hoy una ciudad mejor, que está de moda. Utilizó un término peligroso, porque la moda es algo temporal. Y de estar de moda a estar demodé sólo hay un pequeño paso.
Plan de alquiler. Ridículo de la Junta
Hay veces que las administraciones venden a bombo y platillo unos planes que luego no alcanzan el resultado esperado. Pero hay casos que no hay cómo justificarlos. Es lo que ha ocurrido con el plan de alquiler que lanzó la Junta a través de la Consejería de Fomento que dirige Elena Cortés, de Izquierda Unida. En Málaga hay 120.000 viviendas vacías que estaban llamadas a formar parte de este plan, que pretendía arrendarlas a familias necesitadas. Pues bien no se ha adherido ¡ni un solo propietario! El ridículo no puede ser más espantoso. Está claro que la gente no se fía mucho de la Junta
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