La vida en un hilo

Campañas de solidaridad

sara rodríguez mata

Viernes, 5 de diciembre 2014, 11:50

La Navidad está a la vuelta de la esquina, pero hace varias semanas que ha hecho acto de presencia en los medios de comunicación y ... en la calle. Prácticamente se puede decir que el día de Todos los Santos es la antesala de estas fiestas que aprovechan la sentimentalidad y la nostalgia para apelar a la solidaridad con el prójimo. El otro día lo comentaba con una amiga que, medio en broma y medio en serio, decía que ella notaba la Navidad desde el momento en el que poner un pie en la calle o ir a la tienda de la esquina a comprar una barra de pan suponía más gasto de lo normal. Razón no te falta, pero tienes que comprender que esta época es perfecta para conseguir que la gente se vuelque más con este tipo de causas, le contesté.

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Es cierto que si nos ponemos a contar la cantidad de actividades culturales, bazares y campañas de recogidas de alimentos y juguetes que se organizan en este mes, nos faltan dedos de las manos y aun así la respuesta de la gente es siempre mayor a la esperada. El bazar solidario de Cáritas y la campaña de Bancosol lo demostraron el fin de semana pasado. Es admirable ver la cantidad de voluntarios que colaboran durante toda una jornada en la recogida de alimentos, en la venta de artículos o en diversas cuestaciones. Y es que, en mayor o menor medida, cualquiera conoce casos de personas que lo pasan mal para llegar a fin de mes. Si no es un familiar, puede ser un amigo o un vecino y a esa cercanía es a la que suele apelarse con estas campañas que socorren al prójimo más próximo. Por eso es necesario que de vez en cuando se muestren más visibles como estos días, para recordarnos que todavía muchas personas no pueden hacer regalos a sus hijos porque ni siquiera tienen para comer.

Hay quien ve estas muestras de solidaridad como una manera de acabar el año con un balance positivo. Da lo mismo el motivo o la razón que lleve a cada cual a colaborar o compartir. La idea que debe calar es que la solidaridad no debe ser un acto puntual, sino más bien una actitud vital, una manera de conducirse en la vida, de ser desprendidos, generosos y desinteresados con actos que por muy nimios o ridículos que nos parezcan pueden tener una repercusión positiva.

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