CON PERMISO

Por la puerta de atrás

Isabel Naranjo

Miércoles, 24 de septiembre 2014, 00:58

La dimisión de Alberto Ruiz-Gallardón no por esperada ha dejado de provocar ríos de tinta. Y ante una decisión de semejante calibre ha suscitado ... comentarios justos y sensatos, aunque también opiniones de las que sonrojan por el cariz y saña con que se vierten.

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A partir de ahí, según Ruiz-Gallardón, los grandes logros a veces requieren «más tiempo y más esfuerzo» del que se puede hacer en una legislatura, si bien el debate abierto durante tantos meses en torno a un proyecto tan controvertido ha supuesto un desgaste sin precedentes no sólo para el responsable de la cartera ministerial sino para un Gobierno que lleva meses asistiendo a una sangría de votos a partir de las políticas adoptadas por el departamento de Justicia.

Porque no parece que aquellos votantes que perdieron la confianza en el programa popular ante por ejemplo el anteproyecto de ley sobre la interrupción del embarazo vayan ahora, por arte de birlibirloque, a devolver su apoyo al Ejecutivo.

No sólo quienes reprobaron los preceptos planteados en ese borrador sino el sinfín de gremios que han rechazado de pleno medidas procedentes de ese ministerio como las tasas judiciales.

Eso sí, expectantes e impacientes ante el estallido del río revuelto, quienes ansían sacar tajada de la convulsión. Entre ellos los reagrupados en las filas de VOX que tachan de «cobarde» al presidente del Gobierno y conminan a los diputados populares a pasar al grupo mixto para luego darles la bienvenida, por qué no, a su proyecto.

Enfrente, no sólo partidos y organizaciones de distinto signo político, sino representantes de la propia judicatura como Jueces para la Democracia, colectivo para el que la dimisión de Ruiz-Gallardón cierra una etapa «especialmente negativa» para juzgados y tribunales por lo que aplaude con entusiasmo el relevo en dicha cartera ministerial y reivindica el que se rectifiquen las numerosas medidas adoptadas y se opte por buscar «soluciones reales a los graves problemas» de la Administración de Justicia.

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Sea como fuere, llevar toda una vida dedicado al quehacer político y decir adiós por la puerta de atrás no ha de ser plato de buen gusto para nadie, y tal vez el ahora dimitido debió medir sus fuerzas. Dijo ayer en su comparecencia de prensa que éste es el final de una década maravillosa en su vida, cuyo colofón, no precisamente, podrá ser recordado como portentoso.

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