Sonoro desprecio
Queda por ver si algún día las administraciones dejan de maltratar las enseñanzas musicales
Cada día estoy más convencido de que es cierto eso que alguien dijo sobre los políticos, que de tanto manosear palabras de altísimo valor acaban ... vaciándolas de contenido. Miren, si no, términos como igualdad, solidaridad y, por supuesto, 'cambio', ese clásico recurrente del catálogo léxico de la política para vamos a contar mentiras 'tralará'. Últimamente se han empeñado también en dejar sin significado 'excelencia', un vocablo que alimentaba la esperanza de subir un listón, o más, en todo aquello que nos proponemos y en lo que, tarde o temprano, la política tiene algo que ver.
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Pero no, todo se desvanece. No hay más que mirar el edificio del Conservatorio Superior de Música de Málaga: instrumentos rotos, aulas sin climatización ni sistemas adecuados de insonorización, falta de medios... En fin, todo lo que se puede esperar de un inmueble de medio siglo al que poca o ninguna ilusión le han puesto quienes han gobernado el sistema educativo. Los alumnos y profesores han dicho basta ya y han decidido poner fin a este deterioro insostenible para ganar, no ya en excelencia, sino al menos en dignidad.
Y con este van ya no sé cuántos agravios a las enseñanzas musicales en Málaga. Este nivel no es el elemental donde, bueno, nos puede valer con que el nene (o la nena, se me vayan a irritar los del inclusivo) aprenda unas técnicas básicas para tocar en el salón de casa una sonatina si viene la tía Ramona de Murcia. Más bien al contrario, el Superior es el grado de aptitud musical al que muy pocos llegan, con demasiadas renuncias y sacrificios, y en el que casi todos están ahí con el propósito de hacer de la música una carrera profesional en cuya formación invierten 14, 15 o 16 años de sus vidas.
Y es tal la acumulación de gestos de indiferencia que ensordece tanto y tan sonoro desprecio por parte de las administraciones. El primero, hace no mucho, cuando Málaga estuvo a punto de perder la disciplina de jazz, víctima del centralismo imperante hasta hace poco en la Junta. También hace ya años que los directores de conservatorios reclaman el reconocimiento de la música como enseñanza universitaria, una demanda que se ha topado con los rectores con la mirada puesta en Barbate y silbando la 'Polonesa' de Chopin. De hecho, cuando aún no gobernaban, un conocido del PP me dijo que la solución de los conservatorios era mirarse en «el espejo alemán» (sic), donde un músico tiene el mismo grado que un científico, un médico o un ingeniero.
Pues bien, ahora gobiernan y lo tienen a tiro para fijarse, por ejemplo, en el conservatorio de Leipzig fundado por Mendelssohn. Allí, los alumnos de Percusión no estudian en tambores de cuero zurcido mientras en los despachos hay quien toca el violón. Allí, la música se estudia en compases de excelencia.
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