Feijóo y Mazón, durante un encuentro con alcaldes y cargos del PP de Valencia el pasado mes de enero. EP

El PP ensaya ya con Mazón el cordón sanitario que aplicó a Camps y Barberá

Los barones del partido en la comunidad añaden más presión y postulan a Mompó mientras la dirección nacional se pone cada vez más de perfil

J. C. Ferriol Moya

Valencia

Domingo, 2 de noviembre 2025, 00:07

No es una situación nueva. Es otra vez el PP valenciano. Una organización clave en la estructura nacional del PP, por número de afiliados, por ... peso específico y porque ha gobernado esta región 22 de los últimos 30 años. Es otra vez porque, como ya ha ocurrido antes, el PPCV vive una situación crítica y es la dirección nacional la clave de su desenlace. La situación política de Carlos Mazón es más que delicada. Lo es, sin duda, desde hace un año, cuando la dana arrasó media provincia de Valencia y emergió la pregunta de dónde estaba el president. Lo es ahora, aún más, porque el funeral de Estado del miércoles escenificó el malestar de algunas víctimas con el jefe del Consell, al que se identificó como único responsable político de lo ocurrido. Y porque las últimas informaciones que se han venido publicando, y que le siguen obligando a dar explicaciones sobre su agenda el 29-O, le impiden pasar esa página y centrarse en la reconstrucción.

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Génova tiene otra vez al PP valenciano entre ceja y ceja. Ni siquiera pudo dedicarse en exclusiva a la comparecencia de Pedro Sánchez ante la comisión de investigación del caso Koldo en el Senado. El jueves, mientras el jefe del Gobierno se sometía al esperado interrogatorio promovido por los populares, el presidente valenciano disparaba las especulaciones al anunciar un período de «reflexión» y una próxima comparecencia. La declaración fue matizada después descartando la dimisión. Una distracción innecesaria, un comentario evitable y otro melón abierto en el peor día posible.

La dirección nacional vigila de cerca la situación de Mazón. Alberto Núñez Feijóo comprobó el jueves en primera persona el malestar de algunas víctimas. Ni siquiera la certeza de que el presidente valenciano está en el centro de una operación orquestada y diseñada desde Moncloa para forzar su salida sirvió para suavizar la percepción de que la figura del presidente valenciano ha sufrido un profundo desgaste.

La cúpula del PP no oculta su preocupación por la situación del presidente valenciano, especialmente tras trascender que había acompañado a Maribel Vilaplana al parking tras comer con ella en El Ventorro. Atemorizado, además, por la posibilidad de una nueva revelación de esa tarde que termine de arruinar la imagen del dirigente popular.

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Pero el PP valenciano no está quieto y los tres barones provinciales han movido ficha para buscar una salida y relevar a Mazón. El viernes hubo una reunión en Alicante liderada por el portavoz del PP en Les Corts, Juanfran Pérez Llorca, y en la que participaron los tres barones provinciales: Vicent Mompó, Marta Barrachina y Toni Pérez. Sobre la mesa, el objetivo de que Mompó sea el elegido para suceder a Mazón, en el caso de que este convocara elecciones o de cara a unos comicios futuros una vez se agote la legislatura.

Mompó (Gavarda, 1981) ha sido alcalde de su localidad desde 2011, presidente provincial del PP desde julio de 2021 y diputado en Les Corts desde 2023. Es el actual presidente de la Diputación de Valencia y del PP de la provincia de Valencia.

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La postura que defienden los líderes provinciales y Pérez Llorca contrastaría con la posición de Génova, cuya apuesta más firme es la de la actual alcaldesa de Valencia, María José Catalá, que estos días siempre se ha mantenido firme en su posición de continuar en su cargo en el Ayuntamiento.

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El PP de la Comunidad Valenciana viene reivindicando para sí al menos la posibilidad de ser consultado sobre su futuro. En el imaginario, la caída de Francisco Camps, al que su partido acabó dejando solo después de supuestas muestras de apoyo de Mariano Rajoy, del estilo de aquel «Siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado. Gracias Paco».

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Camps acabó cayendo tras lograr una mayoría absoluta en las autonómicas de 2011, acosado por investigaciones judiciales que le situaban presuntamente en el centro de la 'trama Gürtel'. Camps acabó sorteando más de una década después todas las causas judiciales que se le habían abierto. Sin un solo rasguño judicial, pero con una carrera política arruinada.

A Camps se le forzó a caer. A la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá se le aisló de la manera más terrible. La causa del 'pitufeo' llevó a su partido a la mayor desconsideración hacia quien había venido encadenando victorias electorales desde 1991 y hasta 2015 de forma consecutiva. Enviada al Senado, se convirtió en una herida que el PP se demostró incapaz de cerrar. En una ocasión, en la cafetería de la Cámara Alta, Barberá se sentó al lado de otra senadora valenciana para comer. Ésta, al ver a la exalcaldesa sentarse a su lado, se levantó y se marchó. Barberá apareció muerta en la habitación de su hotel de Madrid, repudiada por su partido, siendo senadora en el Grupo Mixto.

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Si en Madrid cunde una notoria incomodidad con respecto a Mazón, Barberá y Camps, Camps y Barberá, representan para el PP valenciano el comportamiento más arbitrario de la dirección nacional, el que define a un partido que se deja llevar mucho antes por el qué dirán que por la confianza en cargos que le han dado tanto a lo largo de los años.

Mazón, ahora, experimenta una situación similar. La portavoz en el Congreso del PP, Ester Muñoz, señalaba el viernes, al ser preguntada sobre si el jefe del Consell debería dimitir, que esa decisión le corresponde en exclusiva al dirigente valenciano. El debate se centra cada vez más en la situación de Mazón, en su futuro político y judicial, y en ese cambio de estrategia de Salomé Pradas, la exconsejera de Interior hoy imputada, decidida ahora a 'compartir' la responsabilidad de las decisiones adoptadas o no en el desgarrador día de la dana.

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