Feijóo aprieta las tuercas del PP para que no se descentre del 'objetivo Sánchez'
Llama a no enredarse en debates incómodos como el del aborto para no dar oxígeno al presidente del Gobierno, asediado por el escándalo de los sobres del PSOE
La imagen de Pedro Sánchez haciendo el 'paseíllo' por la comisión de investigación que funciona en el Senado sobre el 'caso Koldo' para abordar los ... presuntos casos de corrupción que salpican a su entorno familiar y político no era una baza que Alberto Núñez Feijóo quería gastar a la ligera. Durante año y medio, el tiempo transcurrido desde que en mayo de 2024 el PP incluyó el nombre del presidente del Gobierno en el listado de comparecientes hasta este miércoles, cuando se confirmó su citación para este mismo mes, el líder de los populares ha guardado con celo esa carta para jugarla en el «momento más oportuno» a pesar de que los escándalos alrededor de su rival se sucedían uno tras otro. Y ese momento, a ojos de Feijóo y su círculo, ha llegado tras el último informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que revela el trasiego de sobres con el sello del PSOE con dinero en efectivo para José Luis Ábalos y Koldo García.
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«Ha rebasado todos los límites», aseguraban en la dirección nacional el mismo miércoles, después de que Feijóo le anunciase a Sánchez en persona en el Congreso que este mes sería citado por la Cámara alta. En la cúpula del PP creen que el jefe del Ejecutivo «está tan pringado como todo su entorno» y hoy por hoy ven factible la posible imputación del PSOE por financiación irregular tras los indicios recabados por la UCO. Con este escenario, Feijóo trató de devolver a la agenda política la idea de que el Gobierno está podrido por la corrupción, una estrategia de la que La Moncloa ha intentado zafarse en las últimas semanas con la endeble posición de los populares sobre la masacre de Gaza o con polémicas como la del aborto o los problemas de la Sanidad en Andalucía que han colocado al PP en una situación incómoda.
Debates que, en cualquier caso, el líder conservador daba por encauzados en el caso de la crisis derivada de los retrasos en las segundas pruebas diagnósticas de cáncer de mama no concluyentes tras la dimisión de la consejera de Salud andaluza, o superado después de que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, diese marcha atrás y reconociese que el síndrome posaborto «no es una categoría científica reconocida», rebajando el alcance de la medida aprobada en el pleno municipal a propuesta de Vox.
El desafío de Ayuso
La orden interna era clara: no enredarse en cuestiones delicadas para no desviar el foco de Sánchez ni de sus múltiples cuentas pendientes con los tribunales. Pero Isabel Díaz Ayuso decidió el jueves saltarse la directriz a la torera al rebelarse públicamente contra el cumplimiento de la ley que obliga a crear un registro médico de objetores a practicar interrupciones del embarazo. «¡Váyanse a otro lado a abortar!», espetó sus rivales en la Asamblea regional. El Gobierno había enviado días antes una carta a Asturias–en manos socialistas–, Aragón, Baleares y la Comunidad de Madrid para requerirles que cumplan la norma a la mayor brevedad y pongan en marcha el mencionado mecanismo de objetores.
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Pese a las críticas, los diferentes gobiernos autonómicos del PPdejaron claro que acatarían. Solo Ayuso se ha salido del redil. Un desafío en toda regla que provocó la salida en tromba del Ejecutivo, con Sánchez a la cabeza, amenanzando con llevar al Gobierno madrileño ante los tribunales y que obligó a Feijóo a aclarar que el PP garantizará la interrupción voluntaria del embarazo «conforme a las leyes», lo que se interpretó como un toque de atención a su dirigente territorial. El aborto sigue siendo un tema espinoso que tensa las costuras del partido, con visiones contrapuestas entre el sector más liberal y el ultracatólico, hasta el punto de que se evitó abordar en la convención nacional celebrada en julio.
Feijóo quiere taponar cualquier vía de agua que pueda entorpecer en estos momentos su pugna por el voto femenino con el PSOE, en plena polémica por los fallos de las pulseras antimaltratadores, y con Vox lanzado en las encuestas a pocos meses de que se abran las urnas en Castilla y León y en Andalucía y con el adelanto en Extremadura y Aragón en el alero. Los de Santiago Abascal reconocen estar fuertes en el sur, donde los populares ven peligrar entre uno y tres escaños. Los sondeos que manejan en la cúpula voxista apuntan a que ya superan en intención de voto al PSOE en las provincias de Huelva y Almería. En Génova no esconden el temor a que los oponentes de Moreno aprovechen la «peor crisis» desde su llegada a San Telmo para atacarle durante toda la campaña poniendo en peligro que pueda reeditar su mayoría absoluta. Un golpe, sin duda, para el presidente andaluz y el propio Feijóo.
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