Marbella Club evoca su pasado entre amigos en su 70 aniversario
El hotel más conocido de Marbella reúne a clientes incondicionales y exempleados para rememorar en común la época dorada del turismo en Marbella
David Lerma
Marbella
Domingo, 28 de abril 2024, 23:59
«El Marbella Club es más la suma de sus partes, más que un hotel bien situado con spa, campo de golf o beach club. ... Tiene encanto y carácter», escribe el estadounidense Nicholas Foulkes en la introducción del libro que publico hace diez años con motivo de su sesenta aniversario. «Tal es la fuerza de ese carácter que es imposible nombrar Marbella sin pensar en su club epónimo», añade.
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A las cinco y media de la tarde del pasado sábado, Foulkes aparece con sus dedos acorazados de anillos de oro y su impoluta indumentaria de estilo californiano. Cerca de él, un empleado del Marbella Club retira con parsimonia la arena de un cenicero de bronce del Summer Bar, el encantador patio de estilo vernáculo en el que han bebido y charlado estrellas del cine, la alta nobleza europea, millonarios saudíes y todo tipo de bohemia pudiente y poco convencional. Foulkes se asegura que su historia es «como un cuento de hadas».
Todos esperan a Rudolf Graf von Schönburg, más conocido como al conde Rudi, artífice del particular estilo de este hotel que fundó en 1954 su primo Alfonso de Hohenlohe . Cuando aparece, junto a su mujer María Luisa de Prusia, los invitados se apresuran a saludarlo. El ambiente es distendido y las voces de los invitados parecen inspiradas por el relajo del entorno. Luego aparecen Gunilla Von Bismarck y su marido, Luis Ortiz, junto a Julián Porras y Olivia de Borbón. «Es un hogar cuando estás fuera del hogar. Si cuento historias, me voy a poner a llorar», reconoce esta última durante su turno de palabra. Todos los presentes pueden intervenir en un acto de nostalgia común.
Minutos antes, el director del hotel, Juan Carlos Luna, se reunía con algunos exempleados (maestre salas, camareros, responsables de discoteca), ya jubilados. Luna lleva 42 años trabajando en Marbella Club. «Empecé de botones. Siempre hemos mantenido la filosofía de Alfonso [de Hohenlohe], cuidar tanto a los compañeros como a los clientes. Es un hotel con alma, con corazón. Los tiempos han cambiado, el turismo ha cambiado, los clientes han cambiado». Y aunque no lo dice, Marbella Club resiste.
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Luna destaca «la atención al cliente y la sencillez» de un hotel que el sábado quiso homenajear también a los antiguos empleados para celebrar su legado. Se contaron anécdotas, muchas de las cuales giraban en torno a las escandalosas propinas que en ocasiones recibían. «Un día llegué a casa con mil pesetas», asegura Juan, exmaestre sala. Mi madre me pregúnto si lo había robado», rememora con sus compañeros.
Todos los empleados reconocen la cercanía que mantuvieron con aquellos clientes que celebraban la respetusosa familiaridad de su servicio. María Luisa de Prusia incluso tuvo palabras para recordar que, en 1979, Marbella Club vivió su primera huelga. «Duró dos semanas. Cuando terminó, nos pusimos tristes. Los marqueses ya no nos servían a nosotros».
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EL conde Rudi se remonta a sus comienzos, cuando en Marbella no había vaquerías, y hubo que traer vacas y a un carnicero. «Me tuve que enfrentar a muchos desafíos, incluso contraté una avioneta para traer carne fresca». También pondera la importancia de las «pommes soufleés», cuya técnica conoció durante su experiencia como empleado de hotel en la rigurosa Suiza. Gracias a sus ideas, Marbella Club suavizó las maneras de la ilustre hotelería europea de su época y se cruzó con la espontaneidad mediterránea. «Siento muchísima alegría ver a tantos colaboradores aquí hoy y a tantos amigos fieles a mí», explica a este periódico. «Para mí Marbella Club es el centro del mundo».
En su turno, Gunilla Von Bismarck recuerda el trato de los empleados, sus alocadas fiestas y, especialmente, al burro Manolo, en una época en que era habitual pasear con ellos. Su marido señaló que el Marbella Club trajo de Argentina el paddle tenis. «Aquí se inventó la pared», reivindica. «Fue también el primer lugar donde se jugó a fútbol sala, o al backgammon, cuando el juego no era conocido en España». A su modo, refiere, «fue un centro de enseñanza».
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De la antigua telefonista, Jaime de Mora decía «tenía la voz de oro» y «era la columna vertebral del Marbella Club». Mari Teléfonos, así la llaman aún, cuenta cómo la entrevistó el conde Rudi y lo mucho que le impresionó el lugar. «Esto es un palacio. Aun siento el mismo perfume», asegura ante los presentes. «Era una familia en una época distendida». Aquí conoció a Paco, su marido.
Cae la tarde. El director Juan Carlos Luna, flanqueado por sus compañeros, fija en su mesa una mirada cabizbaja y enrojecida.
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