Marcela ha visto como ha ido creciendo el colegio Vicente Aleixandre en sus 21 años en el centro. Charo Márquez

La 'seño' incombustible

Esta profesora de Villanueva del Trabuco es una institución en su centro además del alma del ciclo de Infantil y de las fiestas escolares. Marcela Rivera se jubilará en junio tras 35 años en la enseñanza, 21 de ellos en el Vicente Aleixandre

Domingo, 26 de enero 2020, 01:33

Marcela recorre el patio del recreo de Primaria como una estrella. Los chiquillos se acercan a ella, la abrazan, en modo 'abrazo osito de peluche', ... al tiempo que exclaman: «¡seño!». Ella les responde uno a uno: «¡Ay mi Pablo, mi Andrea, mi Lucía...!». Recuerda todos y cada uno de los nombres y eso que casi la totalidad de los alumnos del Vicente Aleixandre ha pasado por sus manos en Infantil.

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En noviembre del pasado año cumplió 35 años dedicada a la enseñanza, 21 de ellos en este centro. Debía haberse jubilado entonces, pero pensó: «no voy a dejar a mis niños en noviembre, que tiene que llegar otra profe y tendrían que adaptarse a ella. Mejor me espero a Navidades». Las madres de su clase de cuatro años le pidieron que, por favor, terminara el curso. Y así lo está haciendo. Va a regalar siete meses de trabajo extra a los alumnos, sus familias y al colegio.

Aunque para Marcela esto no es un trabajo. No entiende su existencia sin estar con los niños. «A mi me llena de satisfacción estar con mis niños. Vengo a mi colegio disfrutando. Y muchas veces me pregunto. ¿Con los años que tengo me quedan ganas? Y me respondo a mí misma, claro que sí, me quedan ganas y fuerza».

Con 62 años no se ha casado, ni ha tenido hijos. Y su actividad profesional llenan por completo su vida.

Aunque empezó su carrera en Tarifa como profesora de Primaria, se especializó en Educación Infantil. A Marcela no le gusta eso de dar una materia en una clase, otra asignatura a otro grupo. Prefiere educar a sus alumnos a tiempo completo. Es más, a etapa completa. Suele coger a los niños a los tres años y completa el ciclo de Infantil hasta los cinco. «De esta forma tú ves como van creciendo los niños, cómo van madurando, no sólo en sus conocimientos, sino en su formación emocional. ¡Y cuando ves a esos niños de tres años, con esas caritas! Algunos te dicen mamá y últimamente también me dicen abuelita».

Los compañeros de colegio definen a Marcela con adjetivos como marchosa, incombustible, dicharachera. «Lo que más le gusta es un sarao y un carnaval», indican. Y cada curso es la responsable de motivar a sus colegas a hacer teatros, disfraces y chirigotas. Eso sí, críticos. Durante años ha aprovechado la festividad de los carnavales para reclamar las necesidades que precisaba el colegio. Por ejemplo, el área de columpios. Hasta que lo consiguió y ella misma se encargó de inaugurar tirándose la primera por el tobogán. «Sí yo soy famosa por las fiestas, pero también enseño a leer y escribir», reclama.

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De las nuevas generaciones de profesores Marcela envidia sus nuevas metodologías de enseñanza. «Nosotros tenemos la experiencia, pero ellos aportan innovación», señala, aunque advierte que muchos de los conceptos que se emplean actualmente en la educación, son fórmulas que ella siempre ha utilizado en sus clases. «Eso lo llevo haciendo yo mucho tiempo y ahora lo llaman metodología de no sé que», sonríe.

Ahora que está de actualidad el pin parental, Marcela asegura que en su ciclo de Infantil no se entra en temas de sexualidad, ni de religión. «Son temas que cada familia enfoca de una forma y yo no soy nadie para tratarlos», aclara.

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A lo largo de sus 35 años de profesión nunca ha sido objeto de queja por parte de alumnos o padres. «No he tenido ni un encontronazo en mi vida, jamás me ha llamado un director a su despacho por una queja. Me siento muy querida y valorada», comenta agradecida. La cercanía de su jubilación le está reportando continuas muestras de cariño, que se suman a las habituales. Se siente halagada por estas demostraciones sobre todo, por las que recibe de sus antiguos alumnos. «El otro día un chaval que tiene 18 años, al que le di en Infantil, me dijo que se había enterado que me jubilada y me dijo: 'Ay seño lo que se van a perder los niños'. Es lo más bonito que me han dicho». Una seño que deja huella en sus alumnos, sus familias y sus compañeros.

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