Miguel Gómez, en el taller de la joyería. Josele -
La granizada

Miguel Gómez Molina: «Los clientes no pagan con maletines llenos de billetes, eso pasa sólo en las películas»

El director de Gómez y Molina Joyeros recuerda que la pieza más cara que ha vendido fue «un anillo impresionante de zafiros por 2,1 millón de euros»

Lunes, 3 de agosto 2020, 23:20

La firma Gómez y Molina Joyeros está presente en Marbella desde 1969 cuando Antonia Molina abrió su primer establecimiento en el Hotel Don Pepe. Esta ... emprendedora involucró a toda su familia, una saga de joyeros que se ha convertido en una de las firmas más prestigiosas del sector del lujo. Miguel Gómez es uno de los pilares de este negocio al que también ha afectado la pandemia.

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–Cuando su madre abrió la joyería en 1969, ¿fue una apuesta atrevida o segura?

–Fue atrevidísima porque no tenía idea del negocio. Poco a poco fue aprendido, con mucho trabajo y esfuerzo. Luego se incorporó mi padre. Por eso la marca debería ser Molina y Gómez. Y aquí estamos.

–Usted se ha criado entre joyas. ¿Tenía claro que iba a dedicarse a esto o tenía otros planes?

–No tenía una idea preconcebida de a lo que me iba a dedicar. Es verdad que en lo veranos, como se hacía antes, ayudaba a mis padres en el negocio. Me ponían a ordenar piedras. Eso me gustaba, pero no tenía una inclinación profesional. Pero cuando terminé mi formación básica, decidí formarme en Gemología en el extranjero. De los cuatro hermanos que somos, tres estamos en el negocio.

–Antes de casarse, ¿regaló muchas joyas a sus novias?

–Era un joven muy enamoradizo. Cuando tenía una novia me gustaba regalarle piezas diseñadas por mí. Pero no he sido un niño de papá, ni un mano rota.

–¿Y usted posee muchas joyas o 'en casa de herrero cuchara de palo'?

–Más o menos así. Por desgracia el año pasado sufrí un robo en casa y se llevaron piezas de gran valor sentimental. Una cadenita de mis abuelos. El reloj que llevaba mi padre cuando murió en un accidente de avioneta. El reloj que me regaló cuando terminé Gemología. Tengo más relojes que joyas. Pero las joyas me gusta regalarselas a mi mujer.

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–¿Cuál ha sido la pieza más cara que usted ha vendido?

–Hace cuatro años vendí a un príncipe árabe un anillo impresionante de zafiros por 2,1 millón de euros. Una pieza única en el mundo. Aunque parezca mucho el precio, el margen comercial es muy pequeño.

–Y estas piezas tan caras ¿cómo suelen pagarse? ¿En efectivo, a plazos, con tarjeta?

–Los maletines llenos de billetes salen en las películas. Eso es ciencia ficción. Ni siquiera los árabes en la época dorada venían con maletines. Venían con sus secretarios o con el director del banco y hacían transferencia o con un cheque. Actualmente se paga por transferencia.

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–¿Suele haber devoluciones en la alta joyería?

–Normalmente cuando se adquieren piezas tan especiales y tan caras, todo está muy pensado y no suele haber devoluciones.

–¿Cómo se vende una joya? ¿Hay secretos?

–Nosotros sobre todo aconsejamos. No es tanto el valor de lo que se llevan, sino que le quede bien.

–¿Y qué peticiones han sido las más extravagantes o llamativas?

–Nos pidieron que fabricáramos unas esposas de plata. Tuvimos que pedir a la Policía Local unas para seguir el modelo. También hace años, una vedet de un espectáculo de variedades nos pidió un pene de oro con el que se paseó por la Plaza de los Naranjos, que supuso un escándalo en el momento. Hemos hecho tiaras fuera de lo común. Otra curiosidad fue en una exposición en el Hotel El Fuerte, la cantante Shirley Bassey nos compró una corbata de oro con el nudo engastado de brillantes.

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–¿Ha cambiado el concepto de la joya con los nuevos tiempos y con los avances tecnológicos? Un teléfono de última generación es para algunos la joya más preciada.

–Es cierto que los móviles son competidores directos de la relojería. Pero hay gente que prefiere tener relojes clásicos. En joyería, lo que tú crees que es viejo y obsoleto, es lo que alguien lleva años buscando.

–¿Qué piezas o materiales son los más valorados en joyería actualmente?

–El valor del oro ha subido un 30 por ciento tras la pandemia. El precio de cotización de metales ha ido subiendo en los últimos cincuenta años de forma escalonada. El oro se considera un valor refugio. El diamante sigue siendo una de las piedras más valoradas. Otras como la esmeralda, el rubí o el zafiro que en igualdad de condiciones puede alcanzar más valor que un diamante del mismo peso.

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–¿Qué demanda principalmente hoy el consumidor de alta joyería?

–El consumidor actual demanda sobre todo la marca. Es un desarrollo moderno del sentimiento ancestral que tenemos de pertenecer a un grupo. Antes te marcaba la piel de un animal, unas garras y marcaban tu pertenencia a una tribu. Ahora es el coche que conduces, dónde comes y las joyas y los relojes también son símbolos de pertenencia a un grupo.

–¿Cómo ha afectado la pandemia al sector de la joyería y en concreto a sus tiendas?

–Es un desastre económico. No nos acordamos de otras crisis. Pero estoy muy preocupado. Cuando llegue septiembre vamos a ver una realidad devastadora. Hemos registrado una caída del 80 por ciento de la facturación. En estos momentos la joyería no es una prioridad. Lo prioritario es comer, pagar la hipoteca, los suministros.

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–Pero la mayoría de sus clientes no tendrá problemas de dinero...

–Pero muchos de estos clientes no están viviendo y eso se nota. Que no vengan árabes o rusos a los que les gusta este tipo de artículos está afectando negativamente al negocio. Marbella es una ciudad cosmopolita y fruto de ello son nuestros clientes.

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