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Fachada de la discoteca marbellí. :: josele-lanza

Ordenan procesar a un portero de discoteca por la desaparición de una joven en 2014

La Audiencia pide que se le incluya en la causa por su presunta colaboración en la detención ilegal de Agnese, que fue vista por última vez junto al local

JUAN CANO

Domingo, 5 de marzo 2017, 00:49

El enigmático caso de Agnese Klavina, la joven letona desaparecida en Marbella en septiembre de 2014, cuando tenía 30 años, sumará un nuevo investigado. La Audiencia Provincial ha ordenado que se procese también al portero de la discoteca Aqwa Mist, donde fue vista por última vez, al considerar que habría ayudado a los británicos Westley Capper (38 años) y Craig Porter (34) -hasta ahora únicos encausados en el procedimiento- a llevársela supuestamente por la fuerza en un coche.

El auto de la Sección Novena de la Audiencia, al que ha tenido acceso SUR, estima parcialmente el recurso presentado por la familia de la chica, que solicitaba, entre otras cuestiones, incorporar a la causa a otras dos personas identificadas por la policía en su investigación: el portero de la discoteca y un amigo de los británicos al que Capper, que es hijo de un millonario inglés, llamó por teléfono hasta en 48 ocasiones tras la desaparición de Agnese.

Aunque la Sala coincide en lo «estrambótico» de semejante flujo de llamadas, los magistrados consideran que no hay nada que pueda «convertir tan clara sospecha siquiera en un difuso indicio, al menos por sí solo», de ahí que no se ordene el procesamiento del amigo, también británico, de los principales sospechosos salvo que aparezcan nuevos datos en la investigación que lo señalen.

Los jueces de la Sección Novena sí estimaron el recurso de la familia respecto al portero de la discoteca Aqwa Mist. El tribunal se apoya en el recurrido auto de procesamiento dictado por el juez instructor, que expresa literalmente: «Consta por las imágenes grabadas que, una vez en el interior del vehículo, Agnese Klavina intentó apearse del mismo abriendo la puerta, si bien no pudo hacerlo debido a que el empleado o controlador de la discoteca, siguiendo instrucciones de Capper, le cerró la puerta».

Para la Sala, la escena captada por la videovigilancia de la discoteca muestra «con toda claridad, y también con toda crudeza» la «necesaria colaboración» del portero en la privación de libertad de Agnese al impedirle bajarse del coche, «cuando era patente, al más simple de los observadores, que estaba siendo conducida contra su voluntad», según el auto, que llega a la misma conclusión que los especialistas de la Unidad de Análisis de Conducta y del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, que siempre mantuvieron que la joven fue secuestrada.

Los magistrados de la Sección Novena entienden que «existen indicios racionales de criminalidad» que sitúan al portero como «partícipe directo y necesario de un delito de detención ilegal». En consecuencia, la Sala ha revocado el anterior auto de procesamiento y ha instado al juez instructor a que lo amplíe incluyendo al vigilante de la discoteca Aqwa Mist.

Responsabilidad civil

Por el contrario, la Audiencia desestima otras peticiones recogidas en el recurso de la acusación particular, como enviar a prisión a los principales sospechosos para evitar el riesgo de fuga o aumentar de 300.000 a 500.000 euros la fianza por la posible responsabilidad civil que pudiera derivarse de una hipotética sentencia condenatoria.

La sala, no obstante, no comporte los argumentos esgrimidos por uno de los procesados en su recurso de apelación, quien aseguró que la joven subió voluntariamente al coche, se bajó posteriormente y que después no tuvieron conocimiento de la desaparición de Agnese. Westley Capper declaró en su día en comisaría que, durante el trayecto, en el que él y su amigo siguieron consumiendo cocaína, Agnese le pidió que parara el coche para apearse del mismo, ya que no quería ir a casa con ellos.

Según Capper, la dejó en una rotonda de la carretera de Ronda, aunque más tarde, durante una reconstrucción, afirmó que la joven se bajó algo más arriba, en una zona sin acerado ni iluminación. Para el juez, es «increíble e inverosímil» que quisiera apearse allí del coche, a dos kilómetros de su casa, en una cuneta, «con la vestimenta y el calzado que llevaba», y bajo los efectos del alcohol u otras sustancias «que probablemente aprovecharían los procesados para doblegar su voluntad», según el recurrido auto de procesamiento.

Capper y Porter volvieron a protagonizar otro episodio en la crónica de sucesos en mayo de 2016, cuando el Bentley conducido por el primero, y en el que su inseparable amigo viajaba como copiloto, arrolló a la cocinera boliviana Bella Fátima Dorado Para, que cruzaba un paso de peatones para volver a casa tras salir del trabajo. La mujer, que tenía 40 años y era madre de tres hijos, llegó con un soplo de vida al hospital, pero murió poco después. Capper, que se dio a la fuga tras el accidente, conducía bajo los efectos del alcohol -al ser detenido, dio una tasa de 0,68 y 0,69 miligramos por litro de aire espirado- y según la investigación circulaba a unos 75 kilómetros por hora en una avenida de San Pedro Alcántara limitada a 40. El fiscal pide para él dos años y medio de prisión al considerar que había ingerido previamente «tal cantidad de alcohol (y también en este caso de cocaína) que le impedía circular con normalidad».

Capper pasó tres meses y medio en prisión provisional por la muerte de Fátima Dorado. Salió de la cárcel el 23 de agosto tras abonar la fianza de 50.000 euros que le impuso el juez que investiga el atropello mortal. Previamente, ingresó en la cuenta del juzgado la suma de 321.000 euros en concepto de la posible responsabilidad civil que pudiera derivarse del siniestro en el que falleció la boliviana. Para cubrir los 300.000 euros de fianza pecuniaria que se le reclamaban por la desaparición de Agnese Klavina, Capper puso su casa a disposición del juzgado, sobre la que pesa un anotación de embargo por esa cantidad.

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