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Restos de una de las grúas del sistema de transporte desde la mina, bajo el mar.
La Torre del Cable: un ecosistema marino adherido a la historia

La Torre del Cable: un ecosistema marino adherido a la historia

La inminente intervención del Estado servirá para lavar la cara a la parte superior del poste pero, ¿cómo actuar para proteger lo que hay bajo el agua?

Mónica Pérez

Domingo, 12 de febrero 2017, 01:41

A mediados del siglo XIX Marbella ocupaba un lugar destacado entre las ciudades españolas caracterizadas por su actividad minera. Se instalaron en el municipio los Altos Hornos de Marbella, los primeros altos hornos civiles de España que llegaron a producir el 75% del hierro colado del país. De aquella intensa actividad en la Mina del Peñoncillo y de toda la infraestructura nacida a su amparo es testigo hoy la conocida como Torre del Cable, un antiguo cargadero que formaba parte de un sistema de tranvía aéreo construido en 1957 que, a través de torretas y un monocable, desplazaba el hierro desde la mina, pasando por encima de la carretera N-340, para que los barcos que no podían entrar en el puerto pesquero por sus dimensiones lo cargaran en sus bodegas.

De aquel entramado de torretas, raíles y demás estructura solo el último de estos postes, el cargadero, se mantiene en pie, aunque aquejado del paso de los años, de un insuficiente mantenimiento y hasta de los efectos de los terremotos en la zona.

Hace cuatro años, el movimiento ciudadano surgido tras conocerse que las intenciones del Gobierno central- administración competente- pasaban por retirar el poste argumentando el peligro derivado de su estado, logró paralizar los planes del Ministerio. El 'Todos somos el cable' caló. Y el Ayuntamiento -entonces del mismo signo político del Estado- arrancaba el compromiso de una intervención urgente para poner en valor la torre.

Cuatro años después la actuación ya tiene fecha y dinero. Se espera para junio. No es una obra en sí. Limpieza, eliminación de pintura, repintado y retirada de aquellos elementos que, por su deterioro, puedan resultar peligrosos. Una lavado de cara en la zona superior de la estructura: la más conocida, la convertida en icono de la ciudad, la más reproducida en carteles, dibujos y hasta en colgantes, la que hasta hizo un cameo en una de las películas de las incombustibles Pili y Mili, aquellas estrellas del cine español de los 60 del siglo pasado.

Pero ¿en qué estado se encuentra la base y el resto de la estructura? Es la pregunta que se hacen no solo en el Consistorio -donde esperan obtener las competencias sobre el Cable mediante una concesión para iniciar el estudio pertinente- sino en colectivos profesionales y ciudadanos que conocen de primera mano que la torre tiene valor histórico, pero también medioambiental.

Adherido a la base, a los fragmentos que se han ido desprendiendo con los años, y a dos barcos hundidos cercanos, ha ido creciendo un verdadero ecosistema submarino de gran riqueza. Especies animales y vegetales que podrían desaparecer si se acometiera una intervención en la estructura sumergida. ¿Es preferible entonces mantener toda esta riqueza antes que intervenir en una actuación para reforzar el pie de la torreta de la que se siguen desprendiendo fragmentos?, ¿Cómo protegerla?, ¿Les afectará la obra que está a punto de empezar en la parte superior?

Si en algo coinciden las fuentes consultadas por este periódico es en la importancia de mantener este ecosistema. «Hay que mantener este ecosistema. Está lleno de vida», defiende Salvador Galdeano, fundador y miembro activo del Centro Oficial de Investigaciones Subacuáticas de Marbella (COIS). «Para mí la Torre del Cable tiene un valor sentimental y ecológico. Llevo buceando en la zona desde que tenía 15 años y tengo más de 50». Cuando se le plantea la pregunta sobre el estado en el que se encuentra esa estructura bajo el mar no duda: «el deterioro es evidente. Las últimas inmersiones nos han permitido descubrir nuevos trozos desprendidos. ¿Qué hacer? Pues creo que aquello que permita mantener esta riqueza natural que envuelve a la torre y a la propia torreta».

Bomberos de Marbella han planteado al Ayuntamiento de la ciudad la posibilidad de realizar, «sin coste alguno», una labor de inspección y trabajo preventivo. Una tarea con un doble objetivo. De un lado, la conservación, en la medida de lo posible, de los medios y los permisos, del poste. Y por otro, favorecer las inmersiones que los miembros de la Unidad Subacuática del cuerpo profesional necesitan para su capacitación, tal y como apunta Manuel Lavigne.

Propuesta de los bomberos

La idea ha sido plasmada en un proyecto que ya ha sido remitido al Ayuntamiento. «Podríamos realizar inspecciones en el estado de los elementos de hierros, pero también de los fondos y de los emisarios que existen en la zona», explica este bombero que conoce bien el entorno y que hace unos años ya realizó un informe acerca del estado de la torreta tras un fuerte terremoto que provocó el desprendimiento de parte del hormigón.

Otra de las acciones propuestas pasa incluso por la recuperación de las posidonias, plantas acuáticas que, indica, «han ido despareciendo en la zona, cuando este entorno estaba plagado», defiende Manuel Lavigne, quien incluso apunta a las posibilidades de explotación turística de la zona, una idea en la que coincide con Salvador Galdeano.

«Las inmersiones cercanas en aguas de Marbella no concentran ni la mitad de la vida marina, actividad biológica o belleza que atesora la estructura de la torre», señala la bióloga Nora Cámara. Numerosas especies viven adheridas a la base de la torre, como los mejillones; y en el piso inferior, las populares anémonas. «Según vamos descendido aparecen criaturas con ciertos requerimientos biológicos que se van posicionando según sus necesidades», indica. Esta bióloga, que trabaja desde hace tiempo en un estudio para conocer de primera mano el estado de este ecosistema adherido a la Torre del Cable -del que ofreció un avance de la mano de la Asociación Marbella Activa- localiza tres comunidades a lo largo de toda la base del poste. «Las que necesitan un grado elevado de insolación, algas, esponjas de colores muy vivos -es decir, que conviven con microalgas que les proporcionan esos colores-; las que huyen de la luz en busca de la penumbra, como son las esponjas y otros invertebrados de colores oscuros, algas rojas/pardas; y un área mixta, donde conviven especies capaces de tolerar cambios drásticos de insolación».

También es rica en especies la antigua grúa que yace sumergida desde hace años, y donde, como apunta, Nora Cámara, «encontramos gorgonias, una especie de coral de consistencia blanda y que necesita aguas más frías, dinámicas y cargadas de plancton. Todas estas especies que viven adheridas se denominan bentónicas y crean el sustrato biológico necesario para que peces, crustáceos, pulpos, estrellas de mar, etc, encuentren cobijo y alimento. Es decir, dependen de lo que haya adherido a la Torre. Si las especies bentónicas desaparecieran, las que dependen de ellas también lo harían».

Estudiar en detalle toda esta riqueza natural antes de cualquier actuación es la petición unánime de estos profesionales, conscientes de las dificultades del proceso. «No se trata de reconstruir un muro inerte en una calle inerte. Hablamos del mar, un lugar vivo», apunta la bióloga.

«Tal vez habría que conjugar varios aspectos: el mantenimiento de la torre, la protección de su riqueza natural y las posibilidades del turismo subacuático de la zona», añade Salvador Galdeano. El futuro de la Torre del Cable está todavía por escribir.

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