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No hace falta una estrella para brillar en la cocina. Sergio Garrido brilla con un carisma que multiplica su condición de profesional solvente, creativo y con años de experiencia al frente de grandes equipos. Un liderazgo que aprovecha para implicarse e implicar a otros en acciones solidarias con diversas ONGs. Dar a la cocina utilidad social le ha valido el reconocimiento de SUR.
-¿Cómo puede hacer la alta cocina una función social?
-La cocina es hoy un altavoz. La sociedad nos ha puesto en un lugar de privilegio, y lo justo es devolver a la sociedad parte de lo que nos ha dado. En realidad los héroes son otros, aquellos que luchan en una situación difícil o las personas que en el anonimato les dan su tiempo. Yo solo soy un afortunado que, por mi oficio, puedo ayudar a dar visibilidad al trabajo que otros han comenzado y llevan haciendo años.
-¿Cómo llegó a este compromiso?
-En 2003, siendo casi un niño, me presenté a don Cristóbal Rueda, chef de Los Monteros, y le dije que quería ayudar a la cena de la Asociación Española contra el Cáncer. Mi padre había fallecido de esta enfermedad y quería ayudar como sabía. Después llegué a ser también chef de un gran hotel. La conciencia me volvió a llamar a filas y hablé con Cáritas y para hacer algo por alguien pequeñito. Me llamó la atención Mundo Infantil, en Álora, que acoge a niños en situación de desamparo. En 2014, a mi llegada al Vincci Posada del Patio, la Asociación de Voluntarios de Oncología Infantil (AVOI) se cruzó en mi vida y la cambió para siempre. Me siento orgulloso de esta familia de más de 200 voluntarios, de los benditos locos Juan Carmona y Desiré que la empezaron, y de los pequeños superhéroes que nos hacen aprender cada día. También me ha atrapado la labor del Centro de Acogida San Juan de Dios, llevo más de un año con ellos.
-¿Cómo saca tiempo?
-El tiempo, como a cualquiera que le preguntes, me falta. Pero eso es bueno, significa ganas de vivir y de hacer cosas.
-¿Algún recuerdo o anécdota que le motive cuando está desanimado?
-Como parte de un juramento de confidencialidad, no podría contarlos aquí, pero cuando sientes que hay personas que dependen de tu energía, no te puedes permitir fallarles. Puedes estar un día cansado, bajito o triste, pero a cada cosa hay que darle la importancia que tiene, y además, cualquier día pasado en AVOI es una inyección de oxitocina y serotonina.
-También es delegado de la asociación europea de chefs Eurotoques en Andalucía...
-Sí, Eurotoques nació para unir y dignificar una profesión que hace 30 años era de segunda categoría, con valores como el compañerismo, la preservación de la diversidad del patrimonio culinario europeo y la defensa de una alimentación sana. Gran parte de los promotores de esta edad de oro de la cocina se guiaron por este código, y desde que empecé en la profesión había oído hablar de Eurotoques y admiraba a Subijana, Arzak, Arguiñano o Roteta, fundadores de Eurotoques España. Así que con compañeros como Xanty Elías empezamos a construir aquí un grupo para defender esos valores.
-También es embajador del producto local.
-Sí, desde la colaboración en un proyecto pionero de la Diputación como Sabor a Málaga pude conocer los productos que normalmente trabajábamos de la mano de sus productores. Ver el cariño con el que hacen las cosas, el empeño con el que luchan cada día, y crear vínculos, hace crecer a la gastronomía malagueña.
-¿Qué hay que transmitir como jefe de cocina para que un equipo funcione?
-A cada miembro del equipo lo tienes que tratar individualmente, motivarlo y sacar lo mejor de él, y luego hay que definir y aplicar sistemas de trabajo y valores.
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