El secreto de los molletes que se sirven en el Caserío San Benito: lo puedes hacer en casa
En este restaurante, situado junto a la autovía Málaga-Córdoba, llevan años mimando tanto la presentación como los ingredientes del desayuno estrella
«Cuando era una niña, los molletes se compraban de un canasto en la calle y venían calentitos si te levantabas temprano», reflexiona Esperanza Muñoz ... de León, propietaria del restaurante Caserío San Benito, uno de los establecimientos que puede presumir de apostar por la gastronomía andaluza.
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Hasta hace unos años los desayunos no se podían considerar una especialidad de este negocio de hostelería, pero, poco a poco, han convertido a la primera comida del día como una verdadera tentación para sus clientes. Esperanza tenía claro que el mollete había que mimarlo. «No es un pan más, es uno muy diferente a los demás y hay que prepararlo como se merece», explica.
Allí, desde hace unos años, justo antes de servirse, el mollete se calienta, pero, eso sí, de un modo que sólo respetan unos pocos restaurantes, totalmente cerrado. De esta forma, se preserva la textura de la miga del pan. De lo contrario, ésta se tostaría y se secaría. Así, el camarero procede a cortarlo antes de llevarlo a la mesa, pero sin llegar a separarlo (así conserva el calor). Es el cliente quien toma la iniciativa a partir de ahí para añadirle los ingredientes que desee. «Nosotros siempre lo preparamos así, a menos que un cliente nos indique lo contrario, porque creemos que es como más sabroso queda», apunta la propietaria del Caserío San Benito. En este caso, usan un mollete de la empresa antequerana Horno San Roque.
El resultado es un pan ligeramente crujiente por fuera y esponjoso por dentro. A partir de ahí el comensal deberá aportar los ingredientes que igualmente se disponen sobre la mesa. El aceite de oliva virgen extra es, en este sentido, fundamental. Actualmente, en este restaurante, que está situado en el norte de la provincia de Málaga, justo casi al límite con al de Córdoba, utiliza un 'coupage' de arbequina, picual y hojiblanca de Cortijo Manalba.
Para quienes le quieran añadir tomate, éste se le sirve triturado en un pequeño recipiente. «El que usamos es el de nuestra propia huerta», apunta Esperanza, orgullosa de apostar realmente por los productos de cercanía.
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Quienes lo quieran convertir en un mollete 'catalana' le podrán añadir unas lonchas finas de jamón ibérico del Valle de los Pedroches. «Para nosotros es fundamental que esté recién cortado», explica la propietaria del restaurante. Con todos esos ingredientes se consigue un desayuno con una textura y un sabor únicos, que conocen quienes hacen parada en mitad del camino entre Málaga y Córdoba.
A diario, en invierno, se sirven más de una veintena de molletes diarios, una cifra que se cuadruplica en verano. El más caro es el que se sirve con jamón, con chorizo o salchichón ibéricos, que cuesta actualmente 3,90 euros. Hay otras opciones algo más económicas como el de zurrapa, sobrasada o pan con aceite de oliva virgen extra, por 3,40 euros. Entre ambos extremos se pueden elegir otros ingredientes, como tortilla, jamón york, atún, queso o mixto.
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El desayuno se antoja menos bullicioso en los días laborables que otros establecimientos. «Somos amigos de la calma», define Esperanza. Ésta se puede conseguir a partir de las 8 de la mañana, cuando abre sus puertas. El desayuno, eso sí, tiene una hora límite, las 12 del mediodía. Para quienes quieran disfrutar el momento, los días fríos de otoño e invierno, con la chimenea encendida, son idóneos.
El establecimiento está justo al lado de la autovía que une a los capitales andaluzas. Aunque geográficamente esté dentro del término municipal de Antequera, se encuentra más próximo al casco urbano de Alameda. Tampoco queda lejos de pueblos como Villanueva de Algaidas y Cuevas Bajas.
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